"Aquí he descubierto, entre otras cosas, mi identidad mediterránea"
Bashkim Shehu (Tirana, 1955) reside en Barcelona desde 1997. Pregunta. ¿Cuál fue su impresión de esta sociedad en su primer contacto? Respuesta. Una sociedad abierta. Esa sensación positiva se me sigue confirmando. Aquí he descubierto, entre otras identidades, mi entidad mediterránea. ¿Lo mediterráneo? Es una identidad, y las identidades son irracionales. Lo mediterráneo así es una atmósfera donde participan muchas cosas: edificios, luz, mar, un sentido del humor. P. ¿Diferenció rápidamente diversas sociedades peninsulares? R. En un sentido histórico cultural antes que sociológico. Una cosa es Madrid, otra Cataluña y otra Toledo. La imagen exterior es que sólo existe Castilla y Andalucía, pero si vas a Asturias, Baleares o Valencia, todo es diferente. España es un continente. P. ¿Aprecia esa continentalidad cultural en Francia, otro país grande? R. En España la diversidad está geográficamente distribuida. En Francia hay varias Francias. París es una cosa y las provincias otra. En París todo está mezclado, es cosmopolita. Aquí, Barcelona, la ciudad más cosmopolita de la Península, empieza a ser cosmopolita, supongo que por el turismo que hace que la presencia de la diversidad empiece a ser una cosa local, y por una doble identidad que existe en Barcelona y Cataluña. Otra diferencia entre España y Francia es que allí hay un racismo muy fuerte y una reacción ciudadana ante el racismo también muy fuerte. Aquí, y hablo en términos relativos, no hay ni racismo ni antirracismo. Es una sociedad poco racista, supongo que porque se asocia racismo con franquismo. P. ¿Encuentra paralelismos entre la península balcánica y la ibérica? R. Aquí hay un discurso colectivista en varias comunidades, pero en comparación con los Balcanes, sólo es un discurso. Yo diría, con Shakespeare: "Words, words, words" (palabras...). Los griegos, los catalanes y los madrileños son estereotipos, es decir, elementos que no son objetivos. Prefiero hablar de atmósferas. Que se hable tanto de entidades nacionales se entiende por una reacción a la represión franquista, una reacción que sigue, a pesar de que el franquismo haya desaparecido. P. ¿Es posible que un paralelismo entre la Península y los Balcanes sea el poco culto a las ciudades respecto a un culto notorio hacia entidades colectivas mayores? R. No lo había pensado. No sé. No quiero hablar de ello a la ligera. ¿Quiere que le hable de mis impresiones de esta sociedad en mi trabajo como escritor? P. Se lo ruego. R. Noto en los gustos literarios de aquí cierta frivolidad. A la gente no le gustan las cosas graves ni trágicas, y se percibe el arte como divertimento. Este fenómeno no es sólo español, es general, pero aquí está muy acusado. Es algo nuevo, una mutación cultural, que no surge de la tradición literaria y la crítica locales. Supongo que ha surgido después de la dictadura y me lo explico como un "ahora tenemos que vivir la vida". Es un "nos divertimos". Creo que, en fin, será algo transitorio. P. La sociedad de la que usted viene ha salido de una larga dictadura, ¿sucede algo parecido allá? R. De otra manera. Se lee mucho menos. El esfuerzo allí es vivir, ganarse la vida. P. La frivolidad ibérica que ha descrito, ¿puede ser una dinámica de una sociedad de nuevos ricos? R. Es posible. España ha pasado muy rápido de la pobreza a la riqueza. Es el país europeo de mayor progreso político y económico. Esto, hace 20 años, era una dictadura, y en los años cincuenta era el Tercer Mundo de Europa. P. ¿Qué impresión tiene de la feria como fenómeno? R. No la conozco en detalle.
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