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SEMANA SANTA 99

Un nuevo espacio natural se suma al Parque de Cabo de Gata-Níjar

La Reserva acoge especies de fauna y flora de la península Ibérica

Tras dos años de trabajo y en perfecta integración con el entorno del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar en Almería, surge una nueva iniciativa empresarial más ligada a la realización personal que a las metas lucrativas. Un nuevo espacio ecológico, insertado en el corazón del parque, nace bajo el nombre de Entorno Natural La Reserva. En sus cuatro hectáreas y media de recorrido en el anejo de Fernán Pérez, en el término municipal de Níjar, ofrece al visitante fauna y flora de la península Ibérica.

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José Magaña Úbeda, promotor y responsable del proyecto, ha conseguido en dos años la aclimatación de especies impensables en Almería. Y el "fichaje" de animales continúa abierto. "Vamos a enclavar especies irrecuperables de rapaces para concienciar a la gente", comenta. Para José Magaña Úbeda, lo de La Reserva se le ha ido de las manos. Lo que en principio pensó como su retiro apacible del mundo empresarial en Cataluña, donde ejercía como joyero de profesión, se ha convertido en un continuo bullir de ideas para el recinto. "Pensaba venirme a descansar, sin más, con un par de caballos y mi casa. Y me fui liando" Las dificultades de partida no han sido pocas, si bien el microclima del levante almeriense añade inconvenientes a la idea principal del proyecto: conseguir que el animal se sienta libre. Zorro, jineta, gamo, tortuga mediterránea, galápago leproso, mofeta, hurón o perro mapache, entre otros, parecen haber salvado los cruciales primeros meses de adaptación al clima, aunque muchos de ellos están bajo estricta observación del gerente de La Reserva. Entre las más vigiladas destaca la tortuga gigante, que puede llegar a pesar 150 kilos y traslada sin problema el peso de un adulto sentado sobre su caparazón. El intempestivo invierno padecido este año en Fernán Pérez, con temperaturas por debajo de los 0 grados centígrados, casi pone en jaque la supervivencia del galápago, que no puede vivir a una temperatura inferior a los 15 grados centígrados. "Las hemos albergado en pajas y mantas italianas porque la calefacción nos parecía un sistema más extremo para la adaptación al lugar", explica Magaña. Dificultades parecidas sufrió el madroño, cuya supervivencia se considera todo un éxito a tan escasos kilómetros del mar. Esta suerte de jardín botánico, al que su creador prefiere denominar "diversidad de formas y ejemplares", no renuncia a su papel de "hospital" improvisado para especies. Un nido de ratón espinoso hace las veces de auténtica "despensa" para rapaces que llegan desfallecidas y al borde de la muerte, como ha sido el caso de algún búho real o un cernícalo. "También tenemos la idea de repoblar de tortuga mora las zonas más abatidas con la colaboración de Medio Ambiente, pero el proceso será lento porque no germinan hasta los ocho años", matiza el gerente. En cuanto a la flora, lo que hace sólo dos años era un bancal lleno de piedras, apunta hoy un atisbo de oasis que, si se mantiene, transformará este recoveco árido de la provincia en auténtico vergel. Hasta 8.000 plantas han logrado brotar bajo los cuidados manuales, "sin herbicida alguno", de José Magaña. Grosini, pino lapensis, tomillo, palmeras, olivos y una vasta variedad de cactus se desparraman en el entorno en una suerte de juego estético que ensalza los minerales de la provincia almeriense. Destaca el contraste conseguido de mármol blanco de Macael, en forma de chinorro, con el verdor de los cactus que parecen manar de la fría piedra. Tampoco resulta menos llamativo observar corretear al mapache entre grandes loscos de Níjar y arena de la playa de Carboneras. Como proyecto a más largo plazo figura el museo de cráneos y huevos de animales de toda la península. A pesar de contar con algo recopilado, la inversión necesaria mantiene todavía esta idea en la lista de planes.

Animales apadrinados

Horas de observación a los animales en largas madrugadas le han valido al gerente de La Reserva, José Magaña, para ordenar la "libertad acotada" de sus especies, sin necesidad de enjaular a la mayoría. "Me di cuenta enseguida, tras días observando al perro mapache, por ejemplo, que con una pequeña visera en la baranda evitaría que saltara al exterior. Y así con otras especies. Es cuestión de fijarse". Descubrir que a la tortuga mora le gustan las manzanas, la lechuga, la alfalfa y que no le hace ascos al melón, pepino o fresón, también ha tenido su utilidad, sobre todo si el menú se ve algún día reducido por imposibilidad de suministro. Del mismo modo, es importante saber que el zorro se come un higo chumbo con la misma rapidez que atraparía a la gallina y que dejar campear al pavo real sirve de plaguicida ecológico. "Es insectívoro y te aseguro que limpian muy bien el campo", explica Magaña. Sin embargo, mantener a diario las dietas de una treintena de animales puede resultar excesivo para el bolsillo más holgado. El apadrinamiento de especies por familias o escolares se atisba como solución idónea. Esta fórmula permitiría "financiar" la comida a un animal determinado. Pese a las dificultades, las 38.000 hectáreas del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar tienen un nuevo rincón del que presumir sin complejos.

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