_
_
_
_
_
Reportaje:

Las estadísticas de la vergüenza

Las cifras de la economía venezolana cuestionan el proyecto "mesiánico" del presidente Hugo Chávez

Juan Jesús Aznárez

ENVIADO ESPECIALEn marcha hacia el Congreso, el día de la investidura presidencial de Hugo Chávez, dos señoras se detuvieron frente a la estatua de Simón Bolívar y, alzando la vista hacia el libertador americano, rezaron: "Que Dios nos ayude". Venezuela y su nuevo gobernante necesitarán muchísima ayuda, luces y determinación para revertir, con los escasos fondos disponibles, las estadísticas de la vergüenza, las consecuencias de decenios de derroche, ineptitud política, corrupción e impunidad.

Un 80% de los 23 millones de habitantes de la primera reserva de hidrocarburos del mundo, después del golfo Pérsico, sufre pobreza. El 45% de ellos, casi la mitad de una nación que ingresó 300.000 millones de dólares durante los años de la bonanza petrolera, padece miseria. El 45% de los niños y adolescentes de un país conocido en tiempos como la Venezuela saudí no acude a la escuela, o la abandonó antes de tiempo, y el paro, abierto o encubierto, ronda el 40% en latitudes receptoras de legiones de braceros foráneos durante la hegemonía de los indios tabaratos, de los venezolanos que arrasaban tiendas y boutiques de Miami al grito de "está barato, dame dos".

Más información
Turno para el pueblo

La carga burocrática del Estado alcanza cerca de dos millones de empleados: sobran más de la mitad. Nueve millones de personas integran la fuerza laboral activa; el 75% no está cubierto por la seguridad social; el déficit fiscal alcanza el 9% del producto interior bruto (unos 9.000 millones de dólares, 1,3 billones de pesetas); la servidumbre de la deuda externa absorbe el 30% del presupuesto; la mayoría evade sus impuestos; el sector público no cura, no enseña, no construye y consume aproximadamente el 50% de los ingresos percibidos por Venezuela anualmente.

"¡Corruptos, barraganas!", insultaba la militancia chavista a los diputados que acudían al Congreso. "¡Esa pila de viejos se lo robó todo!". No duele tanto ser pobre como haberse empobrecido. El abaratamiento de los derivados del crudo, que aportan el 80% de las divisas nacionales, y la inexistencia de una economía alternativa condujeron a la decadencia, a la desaparición de los subsidios, a la pérdida de un 70% en la capacidad adquisitiva de los venezolanos en los últimos 20 años.

La postración de una sociedad acostumbrada a un paternalismo de Estado que creó cultura, una confederación de cabreos pujante y la impunidad de los delincuentes asestaron el golpe de muerte al sistema de partidos, a las dos formaciones que se alternaron en el Ejecutivo desde la década de los cincuenta. Por eso, el 6 de diciembre, los venezolanos entronizaron un mesianismo personalizado en un comandante de paracaidistas que el 4 de febrero de 1992 irrumpió a tiros en las calles de Caracas tratando de derrocar y detener al socialdemócrata Carlos Andrés Pérez. ¿Podrá Chávez cumplir con sus radicales promesas de cambio? Es casi imposible en las actuales circunstancias. "A corto plazo habrá que endeudar más a la República o devaluar la moneda", sostiene Omar Enrique García-Bolívar, profesor universitario. La deuda exterior del Estado se aproxima a los 30.000 millones de dólares, monto al que debe agregarse la llamada deuda pública social, otros 16.000 millones. Cargas que obligan a pagos puntuales de casi 9.000 millones de dólares al año. Y para colmo de males, la acelerada caída de los precios del petróleo en los mercados internacionales resta al presupuesto 3.500 millones de dólares, y una cantidad similar, a otros sectores.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

"Pero como deberá actuar para que la gente vea que hace algo, alguien será arrojado a los leones. Y lo más barato es meter en la cárcel a algún político o funcionario corrupto y televisar su entrada en el furgón policial", predice un observador. "A los empresarios no se les va a tocar ni con el pétalo de una rosa. No está la cosa como para asustar a los inversores". Están por ver cuáles serán las medidas económicas de los nuevos administradores, aunque algunos inversionistas, entre ellos los bancos españoles Santander y BBV, apostaron años atrás por este país. Lo hicieron a sabiendas de que, a mayor riesgo, más barata es la instalación y mayor el margen de beneficios. Pero algunas privatizaciones se las traen. Licitadores interesados en una empresa metalúrgica descubrieron espantados que el 60% de los 5.000 empleados en plantilla figuraba en el organigrama como cuadro directivo.

Concluidos los discursos patrióticos de la investidura y las románticas arengas bolivarianas, el presidente Chávez analiza una decisión que puede enemistarle con los suyos. Este año cumplen los convenios colectivos, y el incremento prometido en campaña fue alto. Si aprueba una subida del salario mínimo (174 dólares, unas 25.000 pesetas) por encima de la inflación calculada para 1999, un 25%, cerrará entre el 75% y el 80% de las empresas, advierte Vicente Brito, vicepresidente de la patronal Fedecámaras. La mayoritaria Central de Trabajadores de Venezuela (CTV) exige un salario mínimo de 425 dólares, y la propuesta es secundada por varios dirigentes del Polo Patriótico, la coalición encabezada por Chávez. "Va a tener un Gobierno muy difícil, y lo peor de todo es que la mayoría cree que Chávez cura la gripe. Espera que les dé las papas en la mano, y además peladas", comenta un periodista.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_