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Tribuna:CIRCUITO CIENTÍFICO
Tribuna
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La nación sexuada

Una especie es una población con una identidad genética común. Una nación es una colectividad de humanos que comparten una identificación cultural. La especie es una individualidad viva de individuos vivos empeñados en seguir vivos. La nación es una entidad que sus miembros deciden perpetuar.Perpetuarse es la gran ilusión de la materia viva. El individuo encuentra, en el grupo, una manera de trascender. Sólo se precisa que aquél, portador de la identidad de éste, y programado para desaparecer a corto plazo, encuentre la manera de transmitirla a tiempo.

La identidad genética se puede transmitir de dos maneras: con sexo o sin sexo. El individuo asexuado se basta a sí mismo. No necesita arriesgar ni gastar energía para salir de la guarida, no necesita buscar pareja, no necesita convencer, no necesita competir, ... Además, y por si seguridad y economía fuera poco, resulta que la identidad transmitida sin sexo es una identidad que se perpetúa idéntica a sí misma: ¡es una identidad idéntica!

Las especies sin sexo son poblaciones de clones. Economía, seguridad y fidelidad. Los miembros de una nación pueden perpetuar su identificación colectiva fiel, segura y económicamente por la vía de impermeabilizarse respecto a lo ajeno. ¿Por qué habrían de hacer otra cosa ?

Las especies con sexo arriesgan, invierten, buscan, compiten y convencen. Además, como consecuencia de combinar su texto genético con el del cónyuge, resulta que la nueva identidad cambia. Las especies con sexo son poblaciones en las que, salvo en muy raras ocasiones, no hay dos individuos iguales.

Pero la diferencia nunca es lo bastante grande como para sabotear la fertilidad del encuentro sexual. Dos osos engendran, por vía sexual, un oso nuevo que no es un clon de ninguno de sus ancestros, pero que tampoco corre el menor peligro de ser seducido por una gaviota. La perpetuabilidad de la capacidad de combinación requiere la perpetuación de cierta mínima esencia.

En ello reside la grandeza de la reproducción sexual: la identidad se perpetúa con máxima diversidad. Así, a lo largo de su historia, una especie sexuada gana novedades que pasan a las arcas de su identidad, no sea que algún día vayan a servir para algo. La identidad cambiante y diversa es viable. Existe. Y lo más importante: sigue siendo la identidad del grupo. Los ciudadanos de una nación pueden velar de modo permeable por una identificación colectiva diversa y cambiante, aunque tal cosa requiera más riesgo y mayor inversión.

¿Por qué deberían hacer tal cosa? Una pregunta nada trivial en ciencia: si la reproducción sin sexo es buena, cómoda, barata y segura, entonces ¿por qué existe el sexo? No se ha demostrado, pero se diría que una especie biológica con un acervo genético diverso resiste mejor los caprichos fluctuantes de un entorno en el que, entre otras cosas, viven todas las demás especies. La realidad de la naturaleza es apabullante: todos los animales vertebrados, todos salvo una singular lagartija y algún pez, y casi todas las plantas superiores, se reproducen con sexo. Un humano interacciona con otro humano y una nación lo hace con otras naciones. En el entorno de una nación viven las demás naciones. La historia de la humanidad es la historia de sus grandes y pequeñas identificaciones colectivas. Las hay nacionales, sociales, religiosas, artísticas, deportivas, ... En la historia de la humanidad hay algún episodio de gloria y muchos de infamia. Algún día demostraremos por qué, pero creo que el sexo está detrás de la gloria y su ausencia detrás de la infamia.

Jorge Wagensberg es director del Museo de la Ciencia de Barcelona Fundación La Caixa.

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