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El Senado alcanza un acuerdo bipartidista para reanudar la semana que viene el juicio a Clinton

El Senado de EEUU consiguió ayer evitar una primera fractura partidista sobre el juicio a Bill Clinton y alcanzó un consenso sobre las líneas generales de procedimiento. El consenso alcanzado no descarta la posibilidad de que sean llamados a declarar algunos testigos, aunque los senadores no se pronunciarán en votación formal sobre este controvertido asunto hasta el próximo día 25. Entretanto, el juicio se reanudará el próximo miércoles o jueves, con las declaraciones iniciales de la acusación y la defensa, a las que seguirán una ronda de preguntas de los senadores.

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Una espesa tormenta de nieve cubrió ayer de blanco Washington, pero el más célebre habitante de la ciudad, Bill Clinton, estaba de viaje. Clinton, que ya el día anterior había hecho saber que no siguió por televisión la apertura formal de su juicio, se desplazó a Detroit, con el fin de poner la mayor tierra posible por medio con los acontecimientos en la capital.En la meca de la industria automovilística estadounidense y en un día en que se conocieron nuevos datos positivos sobre el crecimiento y el empleo en EEUU, el presidente remachó el argumento que se ha convertido en su principal línea de defensa ante la opinión pública: "Estados Unidos está funcionando, y no sólo en su economía, más vigorosa que nunca, sino también en cosas como la reducción significativa de la criminalidad".

Pero el Senado no ha sido llamado a juzgar el estado de la economía y la seguridad en EE UU, sino el presunto comportamiento delictivo del presidente en su intento de ocultar sus relaciones sexuales con Monica Lewinsky. Y ayer dio un nuevo paso en esa dirección. Lo más significativo del mismo fue que, a diferencia de lo ocurrido durante el procesamiento de Clinton en la Cámara de Representantes, dominado por un feroz partidismo, la mayoría republicana y la minoría demócrata del Senado lograron ponerse de acuerdo.

Alcanzado un acuerdo

Trent Lott, líder de los republicanos, y Tom Daschle, de los demócratas, comparecieron juntos para anunciar que, tras dos horas de reunión a puerta cerrada, los senadores habían alcanzado un acuerdo sobre las líneas generales de procedimiento, lo que evitaba una votación sobre las respectivas propuestas de cada partido.

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Ese acuerdo es vago y deja en suspenso el punto más espinoso del procedimiento: la comparecencia o no en el Capitolio de Monica Lewinsky y otros testigos del caso. Los senadores se pronunciarán sobre ello hacia el día 25. El juicio se reanudará el miércoles o jueves de la próxima semana.

La acusación, representada por 13 miembros de la Cámara de Representantes, que procesó en diciembre a Clinton, tendrá 24 horas de tiempo real -unos tres días- para presentar sus cargos. A continuación, la defensa del presidente dispondrá del mismo tiempo -24 horas, o sea, tres días laborables- para exponer sus argumentos a favor de la absolución.

Tras esa fase inicial, los senadores dispondrán de un total de 16 horas -unas dos jornadas- para efectuar a la acusación y la defensa las preguntas que consideren oportunas. Según las reglas del único precedente histórico, el juicio del presidente Andrew Johnson en 1868, no podrán hacer las preguntas directamente, sino que tendrán que transmitirlas por escrito a William Rehnquist, presidente del Tribunal Supremo de EEUU y del juicio contra el titular de la Casa Blanca.

Aceptación de testigos

Sólo entonces, ya en la última semana del mes, las partes que deseen llamar testigos tendrán que exponer sus razones. Los senadores decidirán por mayoría simple si aceptan o no la presencia de cada uno de los testigos propuestos.

Los demócratas, al igual que la Casa Blanca, se oponen en principio a la comparecencia de Lewinsky, Linda Tripp, Vernon Jordan, Bettie Currie y otros protagonistas del culebrón, por considerar que alargaría el procedimiento sin aportar informaciones que no sean ya conocidas.

Los acusadores de la Cámara de Representantes, al igual que varios senadores republicanos, estiman, por el contrario, que sin la presencia de testigos el juicio sería una farsa.

Los demócratas insistieron ayer en su deseo de que todo esté terminado el día 26 y ese día el Senado pase a la votación sobre la culpabilidad o inocencia del presidente.

La culpabilidad, que conllevaría su destitución, requiere una mayoría de dos tercios de los 100 senadores, 55 republicanos y 45 demócratas. Pero si al final son llamados a declarar testigos, esa votación no se produciría hasta entrado febrero. En caso de no haber destitución, se abriría el debate sobre una posible declaración de censura.

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