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Artistas canarios indagan en las nuevas músicas a partir de sonidos tradicionales

Artenara, José Antonio Ramos e Ima Galguén abren novedosos caminos expresivos

El éxito multitudinario de cantautores como Rosana Arbelo o Pedro Guerra constituyó el primer aviso serio de que los músicos de las islas Canarias, tantas veces olvidados desde la Península, andaban inmersos en asuntos de mucho empaque. El archipiélago se propone ahora llegar aún más lejos con la recreación del sonido de sus ancestros, en una versión nada conformista con el pasado y muy abierta al mestizaje. Los casos de Artenara, el timplista José Antonio Ramos o la cantante Ima Galguén son sólo los primeros ejemplos de lo que se avecina.

Hasta ahora, los proyectos musicales canarios acostumbraban a desvanecerse en el mercado local sin llegar a bregarse siquiera de Cádiz hacia el Norte. Sin embargo, hay síntomas muy sólidos de que este panorama se está transformando de manera radical. El trío Artenara, por ejemplo, ha logrado inmediata distribución nacional con su primer disco, un trabajo homónimo en el que se indaga en las formas populares de las islas atlánticas hasta desarrollar un lenguaje propio, rabiosamente contemporáneo y de alcance universal. De la apertura mental de estos tres músicos da buena idea el hecho de que hayan accedido a que Big Toxic, el hechicero del trip hop nacional, remezcle cinco de sus títulos.

Enrique Mateu, Germán G. Arias y Antonio Miranda decidieron bautizarse como Artenara en homenaje a una princesa aborigen que también da nombre a uno de los municipios más escarpados de Gran Canaria. Artenara, el disco (Gofio Records / Resistencia), lleva despachados 11.000 ejemplares en las islas y 3.000 más en la península en apenas un par de meses, cifras nada usuales para un álbum enteramente instrumental. William Ackerman, el fundador del mítico sello californiano Windham Hill y precursor de lo que más tarde se denominaría —muy a su pesar— New Age, dio el aldabonazo definitivo al proyecto cuando eligió a estos tres canarios para presentar en España su último disco, Sound of wind driven raín. La sorpresa ha sido tal que ya hay quien considera este trabajo como el germen de lo que podría llamarse, a falta de mejor definición, "nueva música canaria".

Un silbo y un lagarto

Catalogaciones al margen, lo cierto es que Arias, Mateu y Miranda —en realidad, el único canario de los tres: nació en Las Palmas de Gran Canaria hace 37 años— han sabido recrear algunos sonidos que forman parte de la memoria colectiva de las islas. Así, Canto de la morena surge de las voces que emiten los marineros para faenar ("¡Jo morenita, jo!"), El rincón del valiente se inspira en el peculiar silbo con el que se comunican los montañeros de La Gomera y Querida Lola es un homenaje a Lolita Pluma, "la mujer que repartió caramelos y golosinas en el parque de Santa Catalina a varias generaciones de chiquillos", recuerda Miranda. De la misma forma, Perinqué imita los movimientos de este feo lagarto autóctono al que los abuelos canarios cantaban, muchos años atrás: "Que'l cachito pan que tenía / se lo comió el perinqué".

La transformación de referencias genuinamente canarias en un discurso de validez universal tampoco es ajena al trabajo del corpulento timplista José Antonio Ramos, que en el disco de Artenara figura como coautor e intérprete del tema central. Los cuatro gigantes (Creativos Independientes), título del primer disco en solitario de este grancanario de 29 años, no verá la luz en la península hasta el próximo 7 de enero, pero ya ha despachado 1.800 copias en sólo dos semanas a la venta en el archipiélago.

"La raíz de la tierra está presente en todo el disco, pero la mía no es una obra folclórica", se apresura a aclarar Ramos, que ya sufrió algún injusto equívoco en su anterior etapa musical, al frente del llamado Trío Timple.

El nombre de Ramos aún no se ha popularizado más allá de las islas Canarias, pero aparece emparentado con dos de los trabajos más exitosos de música con pálpito tradicional que se han grabado últimamente en España: A irmandade das estrelas, de Carlos Núñez, y Bilbao 00:00 h, de Kepa Junkera. El virtuoso de la trikitixa (el acordeón diatónico vasco) devuelve el favor con su aportación a dos ternas, Sorondongo y En el Cuasquías.

Núñez también grabó una colaboración para Los cuatro gigantes, al igual que el cantautor Pedro Guerra, pero las consabidas disputas entre compañías discográficas han impedido que esas piezas vean, de momento, la luz. Se escucha en el álbum, empero, el aliento de otros músicos de enorme nivel: Bela Fleck hace sonar su vertiginoso banjo en 96 to Stafford, el violinista Bernardo Parrilla se deja oír en el tema central y el cotizado flautista de sesión Andreas Prittwitz produce todo el trabajo.

Otros nombres pugnan por emerger de la escena canaria al panorama internacional. El teclista Antonio Hernández, por ejemplo, ha apostado por una línea casi mística y de resonancias chamánicas en su segundo proyecto, el ambicioso Ritual suite (Azel Producciones).

Más suerte ha tenido, por el momento, Ima Galguén, alter ego de Maria del Carmen Gonzá lez, con Regreso al espíritu: el sello estadounidense Putumayo, que en España distribuye Karonte, incluyó uno de sus temas, La zarza, en el magnífico recopilatorio Women of spirit, junto a nombres como los de Ani DiFranco, Cassandra Wilson, la peruana Susana Baca, la camerunesa Coco Mbassi o Karen Matheson, vocalista de los escoceces Capercaillie. Mientras casi nadie se ha enterado aún en la península de la edición de Regreso al espíritu, el disco se está distribuyendo con notable éxito en Italia, China, Taiwán y Hong Kong.

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