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Un solo bono permitirá entrar en todos los aparcamientos municipales

Antonio Jiménez Barca

Los aparcamientos subterráneos de concesión municipal prueban estos días un nuevo sistema de pago que se aplicará en marzo: el bonoparking. Se trata de un vale que funcionará como una tarjeta-monedero, recargable y compatible con cualquiera de los 31 aparcamientos de concesión repartidos por la ciudad. De esta forma no habrá que esperar colas en la taquilla. Para los usuarios de esta modalidad de pago, el Ayuntamiento prevé, además, descuentos que rondarán el 5%. Es una manera, según los técnicos municipales, "de estimular a la clientela fiel y de facilitar el servicio".

Tras el bonobús y el metrobús llega un nuevo invento ciudadano relacionado con la movilidad: el bonoparking municipal. Los 31 aparcamientos subterráneos pertenecientes al Ayuntamiento pondrán en marcha a partir de marzo un sistema que permitirá al usuario pagar por medio de una tarjeta. Ésta será recargable y funcionará de manera similar a las tarjetas-monederos de los bancos. Actualmente, los gestores de estos aparcamientos de concesión prueban diferentes sistemas para la puesta en marcha de la nueva forma de pago. Cuando se pueda utilizar en marzo, no hará falta esperar colas a la hora de abonar, ni siquiera pasar por taquilla. Bastará que el cliente enfrente la tarjeta al lector automático a la entrada y que lo vuelva a hacer a la salida. En la tarjeta quedará registrado el pago.

José Manuel Pradillo, director de servicios del Ayuntamiento y uno de los impulsores de la idea, comenta que la medida "tiende a atraer usuarios y a la vez premiar a los clientes fieles". Esto último, según Pradillo, se llevará a cabo gracias a los descuentos que efectuarán los aparcamientos a los usuarios que paguen con la tarjeta. Las rebajas serán, según adelanta Pradillo, "del 5% aproximadamente" por aparcar en un estacionamiento subterráneo del Ayuntamiento en domingo, en día festivo o en verano. "Como en los días azules de la Renfe", ilustra el director de servicios.

Lo de las ofertas no es nuevo. El aparcamiento público de Velázquez, por ejemplo, cobra 30 pesetas en los fines de semana de verano para animar a dejar el vehículo bajo tierra los que van en coche al Retiro. El Ayuntamiento confía en que, una vez que se haya instalado este sistema de pago en los aparcamientos de concesión municipal, se extienda el sistema al resto de estacionamientos públicos de la ciudad. "Para ello estableceremos convenios", apunta Pradillo.

La instalación de la maquinaria necesaria para que funcione la nueva tarjeta es parte de un plan de mejora de los aparcamientos de concesión municipal ideado hace más de un año y medio. Entonces, a cambio de comprometerse a reducir a media hora la fracción mínima de tarifa mínima, el concejal de Circulación, José Ignacio Echeverría, del PP, alargó cinco años de concesión a los adjudicatarios. En muchos de los casos, la concesión vencía en el 2000 o en el 2001. Además de la tarifa de media hora, el edil también obligó a los adjudicatarios a llevar a cabo inversiones para rehabilitar los aparcamientos, en muchos casos muy deteriorados. Estas reformas debían estar terminadas en diciembre de 1998 e incluían, entre otras cosas, un ascensor hasta la superficie adaptado a los minusválidos, conductos directos de evacuación de humos, refuerzo del alumbrado y cámaras de circuito cerrado para mejorar la seguridad.

El concejal socialista Eugenio Morales critica que el aparcamiento subterráneo de concesión de la plaza de Oriente, inaugurado en octubre de 1997, "haya solicitado una ampliación de su concesión para efectuar reformas". Para el edil socialista "es inaceptable que un aparcamiento inaugurado hace nada se tenga que poner a reformar cosas". "Lo único que quiere la empresa que gestiona el aparcamiento es ganar millones gracias a la ampliación de la concesión", dice Morales.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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