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The Mavericks defienden su ecléctica visión de la música norteamericana

El grupo actuará en Madrid y Barcelona

Diego A. Manrique

The Mavericks ofrecen dos conciertos en España, Barcelona (esta noche, en Zeleste, a las 22.00) y Madrid (mañana), como parte de la gira de presentación de su disco Trampoline. Un disco que les ha distanciado de su público habitual -el de la música country- pero que ha tenido gran acogida en Europa. Para Raúl Malo, cantante y cabecilla del grupo, ése es un precio que paga gustosamente por mantenerse y seguir divirtiéndose.

The Mavericks están bien situados en Nashville: Robert Reynolds, bajista del grupo, es el marido de una de las divas de la música vaquera, Trisha Yearwood. Ellos se instalaron en la capital del country hace cosa de seis años y aprendieron las reglas de la ciudad. Al mismo tiempo, Raúl Malo, su líder, recuperó sus raíces: "Mis padres son cubanos y yo crecí en Miami rodeado de la cultura latina, aunque sin asumirla profundamente. Cuando fui a Nashville, descubrí que añoraba aquello que ya no tenía, desde la comida a las canciones. Poco a poco fui recuperando la herencia de mis padres y me atreví a cantar en español. En el último disco, hay una versión de La múcara, aquella que cantaba Celia Cruz. De hecho, estoy preparando mi primer disco en solitario y será totalmente en castellano".Trampoline muestra un amplio abanico de estilos: de lo tropical hasta el pop de los años sesenta. Según Raúl Malo, eso es un pecado en Estados Unidos: "Las emisoras funcionan por categorías musicales y llevan muy mal que no ofrezcas un producto perfectamente perfilado. Sin embargo, en Europa es diferente: vienen a vernos desde motoristas a amantes del tex-mex. Aquí también se nos permite una cierta ironía, el tocar piezas como Melbourne mambo, que tira hacia la lounge music. Por eso llevamos en gira percusión y una sección de vientos, los Havaba Horns. No, ninguno es cubano pero disfrutan tocando música caliente".

Para Malo, el actual boom de la música es un fenómeno natural: "Voluntaria o involuntariamente, Castro impidió la difusión de los artistas de la isla. Yo he tardado muchos años en saber que los discos en español de Nat King Cole se grabaron en La Habana. Proyectos como Buenavista Social Club, el Ry Cooder, nos han descubierto a muchos músicos y cantantes que vivían olvidados en Cuba. Pero en Miami no se intentó nada parecido y eso que también hay soneros viejos".

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