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Paulo Coelho: "Mis lectores no me ven como un guru, sino como un compañero"

El autor de "El alquimista" lleva vendidos 20 millones de ejemplares de sus libros

El brasileño Paulo Coelho (Río de Janeiro, 1947) tiene el mérito de haberse convertido en un fenómeno mundial a partir de unas novelas escritas en portugués. El secreto está en lo que se conoce como Nueva Espiritualidad: simbolismo, magia, rituales iniciáticos... Coelho fue hippy, letrista de rock y periodista, hasta que, a los 39 años, decidió hacerse escritor. Escribió El peregrino de Compostela y no le fue nada mal. Lleva vendidos 20 millones de ejemplares de sus libros, con El Alquimista (1988) de estrella, con cerca de 10 millones de ejemplares. "Mis lectores no me ven como un guru, sino como un compañero", afirmó ayer en Barcelona a donde viajó con motivo de la celebración de Liber 98.

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Coelho no acaba de explicarse el éxito de sus libros en todo el mundo. En cualquier caso, prefiere no hacerse demasiadas preguntas. Lo cierto es que Hollywood le persigue y que ha estado recientemente de gira por Nueva Zelanda, Australia y Japón. Tras su estancia en España, viajará a los países de la Europa del Este. "Mis libros se venden muy bien en todo el mundo", afirma, "excepto en Dinamarca. No sé qué pasa allí, pero es el único país donde no se venden nada".En España lo publican Planeta en castellano y Proa en catalán, y para el próximo febrero se anuncia un libro en el que Coelho se desnuda y que promete ser una bomba: Las confesiones de Paulo Coelho, de Juan Arias. "No me gusta ocultarme detrás de mis libros", explica Coelho, que da una imagen de persona asequible. "Quiero que la gente sepa quién soy yo, quién es la persona". ¿Le toman por guru? "Eso es cosa de la prensa", dice. "Mis lectores no me ven así, sino como un compañero".

Al comentar la etiqueta de Nueva Espiritualidad que llevan sus libros, Coelho comenta: "Lo que intento es una nueva manera de acercarme a lo espiritual, pero esto es algo muy antiguo. La espiritualidad es algo que está con el hombre desde las cavernas".

De la moda New Age norteamericana prefiere desmarcarse. "Tengo muchas reservas hacia esto", dice. "No te dejan fumar, no puedes comer carne, estás todo el día meditando y con el incienso... Es algo que aleja mucho al hombre de su realidad. Jesús vivía su vida como carpintero, sin separar lo material de lo espiritual".

Los libros de Coelho son un éxito desmesurado. Está traducido a 41 idiomas y El alquimista estuvo 190 semanas en la lista de libros más vendidos de Brasil y 213 en Francia. En su primer libro, El peregrino de Santiago, Coelho narraba el viaje iniciático de un pastorcillo desde Andalucía hasta las pirámides de Egipto, con mucho simbolismo de por medio. "La peregrinación que hice a Santiago fue clave para mí", explica. "Allí vi que Dios está con la gente nornal, que Dios es democrático, no elitista. O todos lo sabemos todo o nadie sabe nada".

En esta apuesta por la sencillez, Coelho eligió un estilo sin complejidades, lineal. "Siempre he apostado por la sencillez", dice, "pero esto no quiere decir que me guste lo superficial. Ser letrista de canciones de rock me ayudó mucho, ya que te ves obligado a dar un mensaje directo. Siempre confío en la inteligencia del lector, y si tengo que hablar del desierto escribo "desierto". No hace falta describirlo".

De entre sus preferencias literarias destaca especialmente a dos autores: Borges y Saint Exupéry. De los españoles, se queda con Cervantes, y de los actuales, con Terenci Moix.

Cuando Paulo Coelho bucea en su vida, sorprende descubrir que ha estado preso tres veces en los años setenta ("por las letras de mis canciones") y que ha estado internado en un psiquiátrico. "En mis años hippies probé todo tipo de drogas", comenta, "pero ahora estoy totalmente en contra, incluso de la marihuana. La droga mata el deseo. En los últimos años me drogo jugando al millón".

Coelho pertenece a una orden católica llamada RAM (Rigor, Amor, Misericordia), pero no quiere saber nada de esoterismos. "Yo no lo veo en mis libros", dice. "Están conectados con una tradición simbólica que viene de siglos, pero no son esotéricos. Lo malo de las tradiciones esotéricas es que crearon un reino secreto, con misterios, elegidos y otras historias. Yo recorrí este camino y me equivoqué".

"Más que una iniciación ritual", añade, "lo que muestro en mis libros es un camino de percepción que es, al mismo tiempo, un camino de percepción. No hay ningún secreto ni magias extrañas".

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