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Cabrera Infante defiende la crítica de cine como expresión literaria

El escritor Guillermo Cabrera Infante (Gibara, Cuba, 1929) negó que la crítica de cine tenga vida propia. "No existe. Existen escritores que escriben de cine" , afirmó ayer en el curso Crítica de cine en español, que él dirige en El Escorial.

"Recuerdo muy bien cómo me hice crítico de cine. Por supuesto había vivido la mitad de mi vida y otra parte de ella yendo al cine, pero nunca se me había ocurrido escribir sobre el cine y mucho menos hacerlo después de un estreno", relató el premio Cervantes 1997.

"Todo ocurrió en 1948", continuó. "A los 18 años me consideraba un escritor que iba al cine. El cine había dejado de ser mi pasión dominante para serlo la literatura. Nunca, repito, se me había ocurrido escribir crítica de cine: ciertamente no la consideraba una actividad literaria". Pero sucederían acontecimientos en ese año que transformaron su visión: conoció al director de fotografía Néstor Almendros y al cineasta Tomás Gutiérrez Alea, con los que fundó, entre otros, la Cinemateca de Cuba; publicó el cuento Bohemia y ganó una beca para estudiar un curso de cine y de crítica.

Y leyó en el semanario Time la sección de espectáculos dedicada a Hamlet, de Laurence Olivier. "Comencé a leer la crítica, extensa y prolija y laudatoria en extremo. Pero me detuve en una parte que describía la secuencia de la pieza dentro de la pieza y el comentario real y su corte cesarina; todos los espectadores eran críticos favorables. Pero había una línea crítica que me asaltó: el crítico (James Agee) hablaba del aplauso con guantes de seda del rey ebrio: la forma en que lo hacía, no me cupo duda, era literatura. Fue gracias a Agee, a su crítica, que hoy sabemos demasiado literaria, que concluí que era posible hacer crítica de cine de la misma manera que escribía cuentos".

Linterna y libreta

Y así se fue adentrando en la oscuridad de las salas, "ayudado por una linternita que mordía entre los dientes para iluminar una libreta de notas, y anotar nombres de actores secundarios a los que siempre consideré tan o más importantes que las estrellas, el nombre del fotógrafo, sin el cual, por supuesto, no habría película, y el nombre o apodo de los personajes".Todo un trabajo por el que los críticos de ahora no tienen que pasar, según el autor de Tres tristes tigres, porque se sustituye por un dossier de prensa. En este aspecto, el cineasta y crítico argentino Edgardo Cozarinsky le replicó: "Pero la bonanza genera pereza y la mayoría de los críticos hoy miran superficialmente y no tienen perspectiva de lo que ven".

Cabrera Infante, articulista de EL PAÍS, defendió que la crítica en español goza de una posición más saludable que "la de Londres, en inglés"; pero también alertó de que, como todo lo que se escribe, la crítica de cine necesita de buenos cuidados literarios.

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