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Reportaje:

'Operación viento de cola', la gran tormenta de la CNN

La búsqueda de historias sensacionales está en el origen de los errores cometidos por distintos medios de EE UU en los últimos meses

Peter Arnett ganó un premio Pulitzer por su cobertura de la guerra de Vietnam para la agencia AP y consiguió fama mundial por contar en directo a través de CNN el bombardeo norteamericano de Bagdad de 1991. Ahora, su carrera está en entredicho. El miércoles, CNN decidió no despedir al veterano reportero de guerra, pero le reiteró la reprimenda por su participación en el reportaje Operación Viento de Cola (Tailwind), el mayor error en la historia de la cadena televisiva de información permanente. Un error que, como un virus, CNN transmitió a la revista Time, propiedad del mismo grupo empresarial, y a otros medios de comunicación de todo el mundo, incluido este periódico, que reprodujeron la supuesta exclusiva."Mi reputación", confesó Arnett, "ha recibido una seria bofetada". De hecho, el hombre de CNN en Bagdad tan sólo escapó al despido porque proclamó en público que él no fue el autor del reportaje, aunque lo firmara en CNN y Time junto a April Oliver; sino tan sólo un busto parlante que hizo algunas entrevistas ya precocinadas y leyó unas conclusiones ya elaboradas por un equipo de investigación más amplio.

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El PAÍS pide disculpas

Operación Viento de Cola fue la "sensacional exclusiva" con la que CNN inauguró a comienzos de junio su nuevo programa informativo NewsStand, realizado en colaboración con Time. La historia, firmada por la productora April Oliver y el corresponsal internacional Peter Arnett, aseguraba que comandos norteamericanos utilizaron gas sarín para eliminar en 1970 a unos compatriotas que habían desertado de la guerra de Vietnam para refugiarse en las selvas de Laos. El reportaje tenía todos los elementos para resucitar las imágenes de pesadilla de Apocalypse Now, el filme de Francis Ford Coppola. Sólo que no era verdad.

Cuando, al poco de su difusión en CNN y su reproducción en Time, empezaron a despertarse serias dudas sobre la credibilidad del reportaje, CNN encargó una investigación al abogado Floyd Abrams, especializado en medios de comunicación. Tras un estudio del trabajo hecho por la cadena, Abrams concluyó: "CNN no puede sostener que tropas de EE UU emplearon gas nervioso durante la guerra de Vietnam en una misión destinada a matar desertores norteamericanos refugiados en Laos".

Los productores y reporteros de CNN estaban tan convencidos de la veracidad de su historia que, según Abrams, "rechazaron o minusvaloraron las informaciones que desmentían las conclusiones que habían alcanzado previamente".

Abrams empieza analizando el testimonio del almirante Thomas Moorer, jefe de la junta de jefes de Estado Mayor en 1970. Moorer no confirma nunca explícitamente delante de la cámara el uso de gas sarín, pero Oliver asegura que sí lo hizo off the record. Después de estudiar lo declarado ante la cámara y las notas tomadas por April Oliver, Abrams concluye que Moorer "no confirmó que en Tailwind se usara gas nervioso ni que el objetivo de esa operación fuera eliminar desertores".

En una de las preguntas efectuadas delante de la cámara, CNN pregunta al almirante: "O sea, ¿usted sabe que se usó gas sarín?". Y éste responde: "Yo no le estoy confirmando que se usara. Es usted quien me lo ha dicho". Abrams añade que Moorer, de 87 años, tiene una memoria desfalleciente e informa que el propio corresponsal de CNN en el Pentágono puso en duda su validez como testigo antes de la realización del reportaje.

Los autores de Operación Viento de Cola afirman que otras tres fuentes anónimas vinculadas con el Ejército o los servicios de espionaje de EE UU les confirmaron la veracidad de su "exclusiva". Pero Abrams concluye que se trata de "confirmaciones indirectas, de segunda mano y ambiguas".

La única fuente que corroboró de modo directo la historia fue el ex oficial Robert Van Buskirk, segundo jefe sobre el terreno de Tailwind. Pero el equipo de CNN, según Abrams, cometió tres graves errores respecto a ese testimonio. En primer lugar, no prestó atención al hecho de que el propio Van Buskirk contó que durante más de 10 años ha estado sometido a tratamiento con potentes fármacos por "desórdenes nerviosos", incluida la pérdida de memoria. En segundo lugar, ignoró el que su testimonio para CNN fuera contradictorio con otros anteriores, en particular lo contado en 1983 en su libro autobiográfico Tailwind, en el que no hace la menor alusión al gas. En tercer lugar, maquilló sus declaraciones para ocultar lagunas, como sus dudas sobre si los hombres blancos que los comandos mataron en Tailwind eran desertores norteamericanos o asesores rusos de las guerrillas indochinas.

Pero lo más grave fue "ignorar o minimizar" las negativas de cuatro testigos directos de Tailwind: el capitán Eugene McCarley (jefe sobre el terreno de la operación), el doctor Gary Michael Rose (médico de Tailwind) y los pilotos Don Feld y Art Bishop (que tripulaban el avión A-1 que presuntamente arrojó el gas). Todos negaron que en la operación se usara gas CBU-15 para eliminar desertores norteamericanos.

CNN se retractó la pasada semana. Además despidió a los dos productores de Operación Viento de Cola, April Oliver y Jack Smith, y amonestó a Peter Arnett. Fue aceptada la dimisión de Pamela Hill, responsable del programa NewsStand. Tom Johnson, presidente de la cadena, puso su cargo a disposición de Ted Turner, pero el fundador de CNN le reiteró su confianza.

April Oliver se queja de ser el chivo expiatorio y recuerda que el propio Tom Johnson vió y bendijo el reportaje antes de ser emitido. El presidente de CNN fue más lejos y ordenó que fuera anunciado a bombo y platillo por dos de los presentadores estrellas de la cadena, Bernard Shaw y Jeff Greenfield, y ello pese a que el general Perry Smith, analista militar de CNN, le advirtió que era "basura periodística". Smith dimitió en protesta días después.

La revista Time, propiedad de la misma empresa que CNN, se disculpa esta semana en un editorial firmado por su director, Walter Isaacson. Time realizó una investigación propia, cuyas conclusiones son las mismas que las del abogado Abrams. Lo más lejos que se puede ir, según Time, es sugerir la posibilidad de que los comandos norteamericanos usaran en Tailwind gases lacrimógenos, de los empleados habitualmente por las policías de todo el mundo. Para Time, que lleva varios años perdiendo terreno frente a su más directo competidor, Newsweek, es una terrible catástrofe. Pero no fue el autor del reportaje. Se limitó a publicar el texto que le propuso la cadena hermana y le colocó un interrogante al titular: "¿Usaron gas nervioso las tropas de EE UU?"

El escándalo ha reabierto el ya viejo debate sobre el sensacionalismo. Howard Kurtz, del Washington Post, recuerda que este caso sigue a los errores cometidos en los primeros días del caso Monica Lewinsky y a los despidos por informaciones falsas en The New Republic, The Boston Globe y The Cincinnati Enquirer. Según Kurtz, Operación Viento de Cola confirma que "los responsables de los medios están tan sedientos de historias sensacionales que se dejan convencer fácilmente por reporteros ambiciosos con supuesto material explosivo".

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