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El Senado de EE UU arruina el proyecto de Clinton contra las tabacaleras

El presidente hará de la lucha contra el cigarrillo su lema electoral ante los republicanos

La guerra del tabaco vuelve a su punto de partida. Las grandes compañías fabricantes de cigarrillos han demostrado que cuentan en Washington con las mejores conexiones políticas: han logrado que la mayoría republicana del Senado acabe con el histórico proyecto de ley que imponía una fuerte indemnización a las tabacaleras a cambio de un grado limitado de inmunidad. La decisión del Senado es una derrota para Bill Clinton y Al Gore, que aun así recurrirán a la batalla contra el tabaco como línea maestra de la próxima campaña electoral, en noviembre.

Los republicanos del Senado aprovecharon el margen que les deja el procedimiento interno de la Cámara para bloquear el proyecto de ley que habían debatido durante todo el mes. El texto ni siquiera será devuelto a la Comisión de Comercio: la batalla de las instituciones sanitarias, los Estados y los individuos contra la industria del tabaco seguirá estando en los tribunales de cada Estado.Las grandes empresas tabacaleras (conocidas en Washington como Big Tobacco) habían rechazado el proyecto de ley pocos días después de su presentación, pese a ser una normativa que heredaba el espíritu del acuerdo al que llegaron hace un año los fabricantes de cigarrillos y los fiscales generales de 40 Estados. Sin embargo, las tabacaleras consideraron excesiva la indemnización que fijaba el proyecto de ley y escasa la inmunidad que conseguían a cambio. Iniciaron entonces una intensa búsqueda de apoyos políticos amparada en un hecho que nadie olvida: la industria del tabaco es generosa contribuyente a la financiación de los partidos políticos.

El senador John McCain, autor del proyecto de ley, no consiguió convencer a los compañeros de su partido para que votaran a favor de su texto; él y otros 13 republicanos apoyaron -junto con los demócratas de Clinton- el proyecto de ley, pero sólo consiguieron 57 votos, es decir, tres menos de los que eran necesarios para que el texto hubiera seguido su trámite parlamentario. "Han perdido los niños de Estados Unidos, los 3.000 niños que cada día empiezan a fumar en este país", dijo después McCain.

Subida

El argumento empleado por los republicanos para rechazar el proyecto de ley tiene una doble lectura. Públicamente aseguran que la normativa tenía como objetivo subir 1,10 dólares (165 pesetas) el precio de la cajetilla, y que el gobierno pretendía usar esos ingresos adicionales en programas con los que no están de acuerdo. Sin embargo, a nadie escapa en la capital norteamericana que la razón real del rechazo es más bien la negativa de la industria a pagar una indemnización que ellos consideraban desproporcionada. Con los fiscales de los 40 Estados acordaron pagar 368.500 millones de dólares (55,2 billones de pesetas) para cubrir los gastos sanitarios derivados del consumo del tabaco; el proyecto de ley elevaba esa cantidad a 516.000 millones de dólares (77,4 billones de pesetas) y limitaba sustancialmente la inmunidad legal que conseguían a cambio.Una vez conocido el resultado de la votación, Bill Clinton aseguró que estaba muy disgustado con la decisión de la Cámara: "Si los miembros del Senado hubieran votado como padres y no como políticos habríamos resuelto este problema. Clinton y Gore habían hecho de este proyecto de ley uno de sus objetivos prioritarios en esta legislatura, pero su minoría en las cámaras parlamentarias ha bloqueado sus intenciones políticas. El presidente y el vicepresidente ya han anunciado que usarán esta polémica como arma electoral en la campaña para los comicios parlamentarios de noviembre. Según el senador demócrata Edward M. Kennedy, el voto final sobre el proyecto de ley se producirá precisamente el día de las elecciones del mes de noviembre.

A lo largo de las últimas semanas, los senadores han debatido punto por punto el proyecto de ley presentado por McCain, e incluso habían introducido enmiendas; el martes aceptaron una propuesta que limitaba a 4.000 dólares (600.000 pesetas) el precio que los abogados pueden cobrar por cada hora de su trabajo en las demandas contra la industria del tabaco.

Algunos Estados litigan ahora contra sus propios abogados porque éstos exigen un porcentaje de la indemnización lograda, es decir, una factura de decenas de miles de millones.

También se debatió la limitación de la publicidad o el incremento del precio de la cajetilla, pero todo ha ido ya a la papelera al haber sido rechazada por completo la tramitación del proyecto de ley.

En círculos políticos de Washington se da por hecho que la batalla parlamentaria contra el tabaco no está en absoluto terminada, aunque el calendario se extenderá a lo largo de varios años.

No será hasta la próxima legislatura cuando otra propuesta de normativa llegue al Senado, si es que eso sucede; hasta entonces las indemnizaciones que deberán pagar las tabacaleras seguirán siendo fijadas por jurados y tribunales independientes en cada Estado. Los analistas anticipan una avalancha de demandas individuales, especialmente después de la decisión de un jurado de Florida que declaró a una tabacalera (Brown & Williamson, fabricante de Lucky Strike) responsable parcial de la muerte de un fumador por cáncer de pulmón.

Vuelta a empezar

Mañana se cumple un año desde que la industria del tabaco firmó un acuerdo supuestamente histórico con los fiscales generales de 40 Estados. Las empresas se comprometían a pagar 55,2 billones de pesetas a lo largo de 25 años para sufragar gastos sanitarios derivados del consumo de cigarrillos, y aceptaban también limitaciones en la publicidad. A cambio, recibían una inmunidad que blindaba a las compañías frente a la mayoría de las demandas contra ellas.El acuerdo requería su aprobación parlamentaria en forma de proyecto de ley. El senador John McCain dio forma normativa al texto en la Comisión de Comercio y redactó una regulación que contó con el apoyo de 19 de los 20 miembros de esa comisión, republicanos y demócratas. La industria del tabaco tardó sólo unas pocas horas en leer la letra pequeña del proyecto de ley para comprobar que la inmunidad que conseguían no era la pactada con los fiscales generales y que la indemnización aumentaba a 77,4 billones de pesetas.

Las tabaqueras emprendieron entonces una campaña política respaldada por una intensa campaña publicitaria en la que acusaba al Gobierno de querer aprobar la ley sólo para recaudar más impuestos. Algunos anuncios aseguraban incluso que el proyecto de ley crearía un mercado negro de tabaco en EE UU. Rechazado el proyecto de ley, la guerra del tabaco vuelve a su punto de partida.

El resultado de la votación en el Senado es una victoria imponente para la industria del tabaco; pierden Bill Clinton y Al Gore, y pierde especialmente el senador McCain, que esperaba usar el éxito de su proyecto de ley para amparar su campaña como candidato republicano a la presidencia de EE UU en el año 2000.

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