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Crítica:SALSA: EL MÉDICO DE LA SALSA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Los cuentos de Manolín

Por La Habana circula una historia: ¿saben cómo llaman a El Médico? El Forense de la Salsa. ¿Por qué? Porque ya la mató. La cuenta un veterano musicólogo de lengua afilada que representa a cuantos desprecian al supuesto advenedizo. Muchos músicos esperan con ansiedad el momento en que Manuel González Hernández, conocido como Manolín, El Médico de la Salsa, se descalabre. Y no dejan de repetir, a modo de conjuro, que este año se cae.La fórmula para triunfar la tiene desde luego Manolín. Es el amo musical de la isla: el rey del estribillo al que los niños adoran. Y goza de la bendición popular. Nadie puede hoy competir con esta fábrica de frases concurrentes que cantó en su actuación madrileña.

El Médico de la Salsa

La Riviera. Madrid, 30 de enero.

La forma de presentar los números en directo demuestra que El Médico sabe latín. Recurre a una técnica publicitaria del cine: el avance o trailer. Cada historia va precedida del anuncio de su estribillo y montuno. Antes incluso de que Manolín salga al escenario, la banda de 15 músicos toca fragmentos de Una aventura loca y La bola.

Lo que se dice cantar, no canta gran cosa. Tampoco es un gran improvisador. Y los arreglos suenan sin matices. Pero aun así, y pese a los errores de la mesa de sonido, se sale con la suya. Para acercarse a la salsa, nada más fácil: su ritmo pausado se puede bailar sin complejos. No hace mucho era una heroicidad traer de gira a una orquesta cubana y la salsa era cuestión de los latinos instalados en Nueva York. Ahora se ha invertido la tendencia: son los cubanos los que están garantizando la supervivencia de la música latina en Europa. El Médico tiene buena culpa de ello.

Se le puede echar en cara el empobrecimiento que su éxito provoca en Cuba: desde que apareció casi todos intentan parecerse a él. Un surtido de clónicos que hace aflorar tiempos mejores. Pero Manolín es un tipo valiente. Hay que serlo para cantar allí, "Mami, hay que vivir para ver, yo tengo amigos en Miami". Aunque no está oficialmente prohibido, nadie se atreve a radiar este alegato a la reconciliación. Y esto no ha hecho más que empezar: ya tiene escrita otra canción con un mensaje todavía más contundente. Eso sí, De buena fe, como titula su nuevo disco. En sus manos están los cuentos y también las cuentas. De él depende buena parte de lo que vaya a ocurrir próximamente en la música cubana bailable. Porque llegó El Médico y mandó parar.

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