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La reforma sanitaria británica refuerza el papel de los médicos de cabecera

El Gobierno laborista acabará con la competencia entre hospitales

Isabel Ferrer

El Gobierno laborista británico ha decidido transformar la sanidad pública en un servicio "moderno, eficaz y que será la envidia del mundo". Ante todo, se propone romper con el pasado conservador, mediante la creación de nuevos grupos de asistencia primaria para cubrir las necesidades a escala local. Espera menos listas de espera y ahorrar un billón de libras (unos 250 billones de pesetas). Estos nuevos centros, con 50 médicos de cabecera para unos 100.000 pacientes, podrán acortar la distancia que separa hoy los hospitales generales de la atención ofrecida en el barrio.

"Al dar mayores poderes al profesional de la sanidad local mejorará la información y servicio al enfermo", dijo el ministro Frank Dobson, en la reciente presentación del proyecto.Los médicos, con ayuda de enfermeras y asistentes sociales y supervisados por las autoridades locales, gestionarán sus propios presupuestos. La firma de contratos de tres años con las fundaciones que canalizan los recursos sanitarios, les permitirá encargarse de las consultas, recetas e intervenciones menores, así como de las visitas hospitalarias y a domicilio. En realidad, sanidad espera que aborden todo aquello que no precise el ingreso en un centro dotado de equipos muy especializados. Para el paciente, la medida de que el proyecto es un éxito la dará la reducción gradual de las listas de espera. "Al unir médicos de familia y presupuestos los especialistas locales intentarán mantener libres las camas para casos agudos", según ha declarado Gordon Best, miembro de un equipo de consultores sanitarios al rotativo The Independent.

Las nuevas propuestas, publicadas recientemene en un documento denominado La nueva sanidad pública, cuentan con una batería de "medidas de apoyo", en términos ministeriales. Para el año 2000, por ejemplo, una línea telefónica dirigida por enfermeras capacitadas debe cubrir todo el territorio nacional. Ellas calibrarán la gravedad de los síntomas expuestos por el paciente o sus familiares. Sanidad desea que el servicio reduzca las consultas o visitas a médicos y hospitales. Dos años después, el Gobierno espera haber conectado a ambos a la red sanitaria nacional de Internet. Los pacientes podrán obtener antes los resultados de sus análisis o pedir consulta sin demora.

Dobson ha hecho una mención especial al cáncer en este capítulo de mejoras. A partir de 1999, cualquier mujer que sospeche padecer un tumor de mama podrá ver al especialista en el plazo de 15 días.

La reforma británica discrepa con la recién formulada para España y aprobada esta semana en el Congreso de los Diputados, en cuanto a la competencia entre centros. En el Reino Unido será introducido un remozado control de calidad. Ya no habrá evaluaciones del trabajo de los hospitales para fomentar la competencia, método aplicado en la era conservadora. La sanidad laborista comprobará los diferentes costes declarados por cada centro en virtud de los mismos servicios prestados. La eficacia médica y clínica de cada grupo local podrá ser también comparada. Atrás queda la rivalidad entre médicos y hospitales, la venta de estos últimos a firmas privadas y la participación de los médicos de cabecera en los activos de sus consultas.

Para algunos críticos, el eslabón perdido de la reforma propuesta es la libre elección para el paciente. "El Gobierno se apoya en profesionales sanitarios locales, pero el enfermo descontento con su médico de cabecera tiene pocas alternativas", ha escrito Peter Riddell en The Times.

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