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Foster coronará, con una bóveda de cristal el Museo Británico

El arquitecto Norman Foster recurre a los planes originales de finales del siglo XVIII en su propuesta de ampliación del Museo Británico. Recupera un patio central, en desuso desde la construcción de la famosa sala de lectura circular, donde antaño estudiaran Marx, Engels y otros grandes pensadores, y lo cierra con una bóveda de cristal y delicadas armaduras de acero. "Utilizamos tecnología actual para crear un paraguas lo más discreto y delicado posible. Pero mantenemos la integridad del patio original", sañaló Foster al presentar ayer su proyecto en, una de las salas del museo.La ampliación, que se estima en un 40% de la superficie actual, es posible gracias al traslado de la Biblioteca Nacional británica a una sede permanente. Parte de este área recuperada alojará la colección etnográfica que se exhibe actualmente en el museo de Mankind. La sala circular de lectura, ubicada en el centro del patio, se respeta en su interior y se embellece con una capa de piedra en su exterior. A diferencia de la actual, cuyo acceso está reservado a investigadores, este foro de estudio quedará abierto a todo el público.

Los viejos almacenes de libros, así como el pórtico de entrada, producto de diversas ampliaciones a lo largo del siglo XIX, se derriban facilitando así un mejor acceso al museo y a las diferentes salas de exposiciones. "Por primera vez en 150 años los visitantes podrán circular libremente por el museo", afirma Foster.

Congestión

Con más de seis millones de visitantes al año, el Museo Británico sufre actualmente agudos problemas de congestión. La nueva entrada, con acceso directo al patio, gana unos 4.000 metros cuadrados de superficie que lo sitúan en línea con instalaciones como el hall bajo la pirámide del Louvre o el del Museo Metropolitano de Nueva York.La cubierta de la sala de lectura incluye también una escalera en espiral, con salidas a dos niveles, que concluye en una plataforma donde se ubicará un restaurante. Un pequeño puente enlazará esta nueva superficie con las principales salas del museo. Los muros y ventanas que rodean el patio se remodelarán de acuerdo a los planes originales del arquitecto Robert Smirke, principal responsable en la construcción del edificio.

El proyecto de Foster socava también la superficie del patio para crear nuevas áreas dedicadas a las tareas educativas. Bajo el paraguas y a nivel de la calle, este espacio central se aprovecha para mejorar los actuales servicios de cafetería y tienda. La ampliación cuenta con un presupuesto de unos 23.000 millones de pesetas. Las obras ya han comenzado y deberían concluir en el año 2000.

"La remodelación", defiende Foster, "resalta el esplendor del edificio al redescubrir su pasado mediante nuevas tecnologías". La armonía entre las viejas y nuevas técnicas de construcción se mantiene porque, afirma el arquitecto, "sólo añadimos nuevas capas de historia".

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