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Cliton aboga por reforzar las democracias para combatir la corrupción en América Latina

Juan Jesús Aznárez

El presidente norteamericano, Bill Clinton, aseguró en Buenos Aires que para combatir la corrupción, uno de los fenómenos que arruinan América Latina y devalúan sus precarias instituciones, son necesarias democracias fuertes, economías pujantes, prensa libre y tiempo. Ningún país de la región reúne tantos méritos y todos deberán convivir con la lacra durante muchos años. En una entrevista con medios argentinos, reconoció que funionarios de su Gobierno fueron hostiles al Mercosur (Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay), en el que la Unión Europea (UE) ventaja en su conjunto a Estados Unidos.

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El presidente norteamericano explicó en la entrevista que algunos de sus colaboradores temen la utilización del Mercosur como instrumento que limite el desarrollo del comercio y la inversión con Estados Unidos, y tenga consecuencias adversas "para nuestra cooperación política y de crecimiento a largo plazo".Clinton, que hoy concluye su única visita a América del Sur en los cinco años que lleva hasta ahora de mandato, admitió también que hubo recelos en su Administración respecto al fortalecimiento de la Unión Europea.

"Permítanme decir que al final de la Guerra Fría había muchos norteamericanos que pensaron lo mismo (lo que, ahora piensan sobre el Mercosur) respecto a la Unión Europea", agregó el titular de la Casa Blanca. "Y cuando yo asumí la presidencia había un grupo de gente en el Gobierno que seguía teniendo la misma sensación respecto a Europa. Yo tengo una opinión muy diferente". Clinton sostiene que Estados Unidos debe hacer todo lo posible para promover la cooperación política y económica de las democracias, no sólo para desarrollar la economía, sino también para elevar las condiciones de vida de los más necesitados y para fortalecer las instituciones de manera que no puedan ser derrocadas.

"Lo que yo esperaba de este viaje era convencer a los líderes, no sólo a los presidentes sino a la dirigencia, en general de que también nos beneficia seguir adelante con el compromiso que asumimos en la Cumbre de las Américas de Miami, de trabajar en favor de una zona de libre comercio de las Américas y ver al Mercosur, el Pacto Andino y Caracom como bloques que conforman un todo".

Cumplido un apretado programa de relaciones públicas, Clinton partió del sur americano sin que la violencia callejera contra su presencia haya ido más allá del humillante estiércol de vaca lanzado contra su limusina en ruta hacia Brasilia, del alboroto antiyanqui de algunos cientos de manifestantes en la capital brasileña y Buenos Aires, y de los grafitis anticolonialistas aparecidos en el campus de Caracas.

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El presidente norteamericano ha observado, sin embargo, que durante su prolongada ausencia de América del Sur, ninguna visita en los cinco años de mandato se registró un escoramiento hacia la Unión Europea y el capital asiático de naciones históricamemte consideradas por Washington como de su competencia. Tiene su explicación. Cuando los cuartos de banderas argentinos todavía conspiraban contra la democracia en 1990 y los inversores norteamericanos aguardaban su apaciguamiento, España y Francia asumieron riesgos desembarcando en la telefonía básica gaucha, privatizada, y su apuesta por el país resultó un éxito.

De ahí en adelante, fluyó el capital extranjero a rebufo del afianzamiento de la apertura económica chilena, brasileña y argentina, y del Mercosur, al que se unieron Chile y Bolivia con acuerdos de asociación, el proyecto de integración más avanzado de América Latina. Había sido imprescindible la consolidación política de la región, sin sobresaltos serios en sus democracias a excepción de la grotesca, y abortada, sublevación de hace dos años del general paraguayo Lino Oviedo.

"Relaciones carnales"

Pero el presiente todavía parece dudar. Al hablar de la corrupcion en la entrevista con cuatro medios argentinos, sin posibilidad de repreguntar, ni de precisar conceptos, manifestó: "Les anticipo que si la democracia sobrevive en Argentina, y yo creo que sobrevivirá, habrá menos corrupción".Clinton no afrontó problemas graves en Venezuela, su principal abastecedor de petróleo, ni tampoco en Argentina, país con el que disfruta de unas saludablemente "relaciones carnales", al decir de su canciller. Brasil fue más difícil, y la izquierda y la derecha sacaron allí pecho y gritaban contra la prepotencia del norte, seguros de que pese a todo las grandes compañías norteamericanas seguirán disputando su colosal mercado. El ministro de Relaciones Exteriores, Luiz Felipe Lampreia, aludía al nuevo talante del coloso: "Mi país no tiene vergüenza en mantener una relación dinámica, rica y excelente con los Estados Unidos, pero tampoco tiene dificultades en señalar las divergencias cuando el interés nacional así lo exige. No tenemos angustias ni complejos de inferioridad".

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