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Fisac propone un "itinerario mental" por su arquitectura

El arquitecto Miguel Fisac (Daimiel, Ciudad Real, 1913) presentó ayer en la sala de exposiciones de las Arquerías de los Nuevos Ministerios de Madrid (paseo de la Castellana, 67) una antológica de 45 años de profesión como un "itinerario mental" de sus proyectos. A través de planos, dibujos, fotografías y maquetas se representan sus viviendas, oficinas, escuelas, campos de deporte y templos religiosos, junto a prototipos de mobiliario y detalles constructivos de sus patentes.

"Es como una película de Hitchcock". Fisac, quien acaba de recibir el Premio Antonio Camuñas de Arquitectura "en razón a sus méritos vocacionales y humanos, la alta calidad de su obra y su aportación a la arquitectura religiosa de nuestro tiempo", señala que el criterio del montaje de la exposición responde al recorrido que realiza desde hace 45 años con un proyecto, "las huellas genéticas", desde el comienzo de la parte técnica hasta la artística, como ha reflejado en un mural a la entrada de la muestra. "No se puede empezar por la estética y después el programa. Yo parto de un problema y busco soluciones". Así construye los laboratorios Jorba, Made y Alter, el edificio IBM, el hotel Tres Islas o las iglesias de los Dominicos y Santa Ana, restaura la torre de Santo Domingo (Almagro) o publica La molécula urbana.

Cuando termina el conjunto de edificios del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (1942-1948), en Madrid, Fisac busca en los propios edificios las enseñanzas del movimiento moderno y encuentra un "falso formalismo" y también la autenticidad de la arquitectura sueca. Entiende que los arquitectos están al servicio de la sociedad y con ayuda de la sensibilidad buscan la belleza de las cosas. "Una obra debe cumplir una misión: crear espacios humanizados, bellos, expresión de un sentimiento propio y cultural de una época".

El mal gusto del Opus

Fisac establece un paralelismo entre la manera de pensar la arquitectura y la religión con el espacio humanizado en el trabajo del arquitecto y el amor en el cristianismo. Su vinculación con el Opus Dei durante 19 años provocó a su salida una "conspiración del silencio y 10 años de paro". "Tuve unas grescas tremendas con Escrivá, que tenía una idea retrógrada de la arquitectura, llena de retablos y santos. Tenía un mal gusto impresionante".La exposición incorpora muestras de sus huesos, patentes de hormigón pretensado y postensado (1960) y de encofrado flexible (1971). "El 95% de las obras de ingeniería en este momento son de hormigón pretensado, mientras que los arquitectos no lo aplican". Pone el ejemplo de la "tortuga del japonés" (el Palau Sant Jordi, en Barcelona, de Arata Isozaki), un arco de tres articulaciones, "una técnica del siglo XIX, como se hizo en la estación de Atocha", o el de Foster "con técnicas para aviación".

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