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EL FUTURO DE EUROPA

La UE se lanza ya a la discusión sobre sus libertades y su defensa para el siglo XXI

Los ministros de Exteriores de la Unión Europea (UE) festejaron ayer los 40 años del Tratado de Roma, que fundó la Comunidad, como se debe: peleándose. Los Quince discreparon sobre el alcance de la reforma del Tratado de Maastricht, especialmente sobre si debe establecer una política de defensa. El británico Malcolm Rifkind lanzó una ofensiva anticomunitaria para calentar su campaña electoral- Este ruido oscureció la aproximación en otro asunto clave de la reforma, la libre circulación de personas en la UE. Es el inicio de una discusión que debería concluir dentro de 70 días. La presidencia holandesa presionó a los ministros a definirse, pues el tiempo aprieta a la Conferencia Intergubernamental (CIG) que está reformando el Tratado para acabar en la fecha prevista: el 15 de. junio en Amsterdam, si el probable Gobierno laborista británico lo permite.

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Holanda logró su objetivo, pues empezó el mercadeo previo a los acuerdos. Con cisma en Defensa, El francés Hervé de Charette y el. alemán Klaus Kinkel presentaron su propuesta para impulsarlas misiones militares de paz y para que la UE absorba a la UEO (Unión Europea Occidental), convirtiendo a ésta en "brazo armado de la UE, sin detrimento de la OTAN", según el ministro español, Abel Matutes. Les apoyaron el italiano Lamberto Dini, el belga Eric Derycke y el luxemburgués Jacques Poos."Totalmente inaceptable", replicó un durísimo Rifkind, el mismo que quiere inhibirse de Albania. Porque encomendar la defensa colectiva a la UEO significaría "enviarla a la guerra si un Estado miembro es atacado", y ello "perjudica a la OTAN" como organización defensiva.

Le siguió a fondo sólo la sueca Lena Hjelm-Wallen, para quien "esta propuesta dificulta la ampliación" a los bálticos, al crear tensión con Rusia. La finlandesa Tarja Halonen, aún considerando "muy difícil" endosar el guante de una UEO potente, no ve peligrar la ampliación "porque la de la OTAN, más compleja, va adelante". Y es que. Helsinki patrocina más que Estocolmo la integración báltica. Los otros neutrales, Austria e Irlanda, fueron discretos. Pero la brecha entre bloques es enorme.

Debate estrella

Este enfrentamiento oscureció los avances en el otro debate estrella: las normas necesarias para mejorar la libertad de circulación de las personas dentro del territorio de la UE y la política de Justicia e Interior (fronteras, asilo, lucha contra la criminalidad ... ), que el documento presentado ayer por la presidencia holandesa pretende hacer más común. O sea, comunitarizarlas, pasarlas del tercer pilar -una mera cooperación intergubernamental-, al primero -la integración comunitaria-, lo que da cartas a la Comisión y al Tribunal, haciendo esas políticas más supranacionales.

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Rifkind acusó a Holanda de abandonar los principios" de Maastricht. Tenía razón: se pretende avanzar más allá de la mera colaboración entre Gobiernos. Pero el texto holandés es tímido: propone comunitarizar progresivamente estas políticas hasta el 2003, en un plazo de cinco años después de ratificado el Maastricht-2 por los Parlamentos, salvo las cuestiones referidas a los visados para ciudadanos de terceros países y a los refugiados, para las que bastaría tres años. Algo menos ambicioso que la fecha tope de diciembre del 2001 propuesta en el borrador irlandés surgido de la cumbre de Dublín, el pasado diciembre.

"Si ese es el resultado, lo doy por bueno", afirmaba el comisario Marcelino Oreja, temeroso de -una marcha atrás. Tanto él como el presidente del Parlamento Europeo, José María Gil-Robles, daban "más importancia" al principio de comunitarizar el tercer pilar (todos los asuntos de Justicia e Interior, salvo la cooperación de policías y jueces penales) que al calendario. Sobre todo porque el texto holandés pretende incluir el convenio de Schengen -que ya suprimió el pasaporte entre siete países- como un Protocolo del nuevo Tratado, al que se adherirán todos, salvo Londres y Dublín.

Si bien catorce se aproximaron sobre este propósito, hubo matices. El alemán Kinkel lo aplaudió con un sonoro "sí a Schengen"; el español Matutes calificó la propuesta de "insatisfactoria", por insuficiente, pues aún no concreta la eliminación del derecho de asilo para ciudadanos europeos, como pretende Madrid, y el francés Hervé de Charette vio también "insuficientes" las medidas de seguridad policial que acompañan a la supresión de pasaportes. Marcaban su territorio. Volverán a la carga, con un nuevo cónclave ministerial especial el próximo día 6. Al fin trabajan.

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