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La mujer que envenenó a su marido alega que la maltrataba

El fiscal pide 20 años para la acusada

Sara Velert

Arturo se calmaba y era más cariñoso cuando le echaba unas gotas de matahormigas en la comida. "Quería que estuviera más tranquilo, que no me ofendiera tanto y no me agrediera" afirmó ayer Remedios ante el tribunal que la juzga en Valencia por envenenar a su marido, Arturo Vilaplana. La mujer negó que pretendiera matarle y aseguró que no relacionó los ingresos hospitalarios de su marido con el efecto del arsénico del matahormigas que echó en sus comidas entre mayo de 1994 y septiembre de 1995.

La víctima no tiene fuerza en las piernas y ha perdido sensibilidad en las manos. El fiscal pide 20 años de prisión para la procesada.Un anuncio de una sección de contactos y citas a ciegas unió en 1987 a Arturo Vilaplana Gabriel, de 37 años, y Remedios Pérez Lorente, de 31. Pero el matrimonio, según la mujer, comenzó a naufragar a las pocas semanas, cuando ella anunció que estaba embarazada. Arturo la obligaba a trabajar, la maltrataba físicamente y la insultaba. Le reprochaba que no se ocupaba de la casa y del niño. Según la procesada, incluso la prostituyó en varias ocasiones bajo amenaza de quitarle a su hijo.

Arturo, que camina apoyado en unas muletas y no puede trabajar a consecuencia de la intoxicación, rechazó de plano estas imputaciones en el juicio que comenzó ayer en la Audiencia de Valencia. "No había diálogo entre nosotros", dijo el afectado, quien aseguró que Remedios era "descuidada" y "no hacía nada cuando se enfadaba". Pero, nunca imaginó que intentaría envenenarle.

El matrimonio se separó en 1992, pero la pareja se reconcilió dos años después. La relación, sin embargo, no mejoró y en mayo de 1994 la mujer comenzó a echar matahormigas en la comida de Arturo. "Sólo unas gotas de vez en cuando", confesó Remedios, quien compró hasta tres botes de matahormigas en una droguería. "Se quedaba más tranquilo, no me insultaba y yo sólo quería un matrimonio feliz", dijo.

La mujer debió aumentar la dosis de veneno en varias ocasiones, según los informes forenses. Arturo se debilitó, vomitaba, le fallaban las piernas, le temblaban las manos y fue hospitalizado en tres ocasiones. El hombre notaba que la comida tenía "un sabor raro", amargo, pero no sospechó de su mujer. Hasta que los médicos le anunciaron en octubre de 1995, durante su cuarto ingreso en un hospital, que su grave deterioro físico se debía a una intoxicación de arsénico. "Ella estaba en la habitación y se quedó pasiva, no dijo nada". Arturo no regresó a casa y la policía detuvo a Remedios en febrero de 1996. La mujer confesó los hechos. "La señora quería el coche, el piso y la custodia del niño" aseguró ayer Arturo, quien espera que "pague lo que ha hecho". Los médicos afirman que los daños en su sistema nervioso son probablemente permanentes.

Los psicólogos explicaron al tribunal que Remedios no sufre ningún trastorno mental. El juicio continúa el viernes.

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Sobre la firma

Sara Velert
Redactora de Internacional. Trabaja en EL PAÍS desde 1993, donde ha pasado también por la sección de Última Hora y ha cubierto en Valencia la información municipal, de medio ambiente y tribunales. Es licenciada en Geografía e Historia y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS, de cuya escuela ha sido profesora de redacción.

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