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El grupo Jamiroquai defiende la música de baile sin sonidos enlatados

Hacen un funk de los noventa, música de baile en la que caben el reggae, el soul y algunas ramificaciones del dance. Jamiroquai está liderado por Jason Kay, cantante y compositor que ha sabido imprimirle carácter a una fórmula que saltó a los primeros lugares de los discos más vendidos en 1992 con Emergency on planet Earth. Ahora se van a por el tercero, con una banda que finalmente parece haber encontrado una forinación estable. El nuevo trabajo, Travelling without moving (Viajar sin moverse), saldrá a la venta en septiembre.Pese a haber triunfado en el cerrado mundo de los clubes de baile británicos, Jamiroquai hace alarde de no utilizar sonidos enlatados, cintas pregrabadas o sampleado de temas ajenos. "Eso es lo que hace nuestra música distinta, el que todo sea en directo. Incluso en el estudio solemos grabar la primera toma. Esos que usan batería pregrabada luego no son capaces de hacer lo mismo en vivo. Hay que aprender a hacer música. A mí me aburre muchísimo el sampleado también. Eso no es música, es un robo. Me aburre hasta samplearme a mí mismo confiesa Kay.

"Lo bueno de este álbum, para mí, es que hemos llegado al momento que queríamos. Estamos muy satisfechos con todos los temas, y eso es una recompensa suficiente", añade. "Es fácil conseguir un sonido machacón. Pero, aunque suene más o menos bien, no te va a producir ninguna emoción, las máquinas no te dan sentimientos, y además no puedes hacer con ese sonido un buen espectáculo en directo. La tecnología no puede sustituir a los músicos reales", concluye.

La aventura empezó con un Jason Kay con ideas muy claras. "Yo sabía que podía cantar y que vocalmente daba la talla para armonizarla con los instrumentos, tal como quería que suenen. Yo escribía las letras y la música y podía cantar, pero hasta que no encontré a los músicos con los que podía compartir esas ideas la cosa no ha empezado a fluir. Yo podía escribir sobre el papel los vientos, la guitarra o el teclado, pero son ellos los que tienen que aportar su habilidad para darle sentido y continuidad a la banda".

Entre los instrumentos que ha logrado introducir finalmente en su particular visión del funk está el dideridoo, de los aborígenes australianos. Wallis dice que lo escuchó por primera vez y quedó embrujado por su sonido. "Quise aprender a tocarlo y durante meses empecé a practicar con un tubo de PVC, hasta que conseguí alguien que me vendió uno", cuenta. "Empecé a sacarle un sonido tipo hip hop o cercano al funk de James Brown, y me di cuenta de que no era imposible".

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