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Tribuna:SAN ISIDRO 96
Tribuna
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Una fiesta apasionante

La fiesta más brava está de moda. Cada año se celebran más festejos, se editan más libros de toros, se da más espacio a la corrida en los medios de comunicación. Cuando se acerca la Feria de San Isidro, la actividad aumenta. El pasado miércoles por la noche era posible asistir a tres conferencias taurinas diferentes en Madrid.Escogimos la del Centro Cultural de, la Villa, moderada con maestría, como es costumbre, por el crítico taurino Javier Villán. Para este coloquio, el segundo de tres consecutivos que intentan averiguar ¿Dónde va la fiesta?, se habían reunido el gerente de la plaza de toros de Madrid, José Luis Lozano, el matador de toros Antoñete y los críticos Mariví Romero, Manuel Molés y Paco Apaolaza. Se trataron casi todos los aspectos de la fiesta, pero la mayor atención se dedicó al elemento fundamental, el toro de lidia. Con la excepción de Lozano, que se empeña en que el toro de cada época es el que pide el público, todos resaltaron el mal momento de la cabaña brava: se está en una situación límite.

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Para Antoñete, este animal se cae más que nunca. Apaolaza opinó que es un toro "sumiso y desnaturalizado". Molés se declaró asustado por un toro "bobalicón, aburrido y degenerado" y por un "holocausto ganadero". Señaló que el encaste Jandilla Juan Pedro "ha infectado muchas ganaderías actuales". Mariví denunció un bovino "descafeinado, afeitado y sedado" que "pierde casta a chorros"; vaticinó que si no se toman medidas muy pronto, la fiesta tiene un futuro negro.

¿Cómo se ha llegado a esta situación? Según Antoñete, fue Joselito el Gallo el primero que influyó en los ganaderos para que criaran un animal menos fiero, más apto para el torero. (Muchos historiadores señalan a Guerrita, una generación antes). Después, "los ganaderos han ido eliminando aquellos encastes que eran incómodos para los toreros", afirmó Molés. "Las figuras que no matan los toros duros ignoran que en la auténtica fiesta tiene que haber más riesgo y emoción", terció Mariví. "Ahora todo está en manos de grandes negociantes".

A la hora de las preguntas, el público mostró una enorme sed de autenticidad: puede que le falte emoción a esta fiesta, pero despierta grandes pasiones. Algunos aficionados se expresaron con palabras mayores. Uno denunció la "demagogia" de dos de los contertulios. Otro, enfurecido, llamó "mentiroso" a otro conferenciante. (Fue entonces cuando nos marchamos; es posible que el tono subiera más aún). Y eso que el magno cielo de San Isidro todavía no había empezado. Como salgan los toros cayéndose...

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