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Javíer Marías resume en 'Cuando fui mortal' su producción cuentista de los últimos cinco, años

Según el autor, un relato exige "una intensidad continua hasta el final"

Amelia Castilla

Lo de Javier Marías (Madrid, 1951) con las apariciones es una verdadera fijación. Pertenece a un club de fantasmas inglés, que edita boletines, recopila libros perdidos, alquila cabañas veraniegas y organiza congresos. Es su género favorito, aunque sus fantasmas literarios no siempre se aparecen. AI último, el que da título a Cuando fui mortal (Alfaguara), le convierte en narrador: "La, vida siempre es piadosa porque no sabes todo lo que sucede. Mi estado es más cruel, porque conozco todo lo que ocurrió" asegura Marías parafraseándose a si mismo.

Los 12 relatos que componen Cuando fui mortal (Alfaguara), una recopilación de sus cuentos de los últimos cinco años, fueron encargos de diversas publicaciones.En algunos hubo imposiciones temáticas del tipo "que sea un relato veraniego" o que "aparezca el mar", pero eso no le importó. Los hizo suyos cuando escribió la primera línea. "No veo diferencia entre los que surgieron del exterior y lo que yo hago de manera espontánea. El escritor. no se prostituye por eso. En mi caso, incluso me beneficia porque soy muy perezoso y puedo pasar largas temporadas sin escribir. Una vez que acepto un encargo me siento incapaz de ser perezoso", asegura Marías en su domicilio madrileño, una casa con balcones mirando al Madrid de los Austrias.Esa facilidad para atender los pedidos de los editores no le sirve para libros enteros. No se atrevió a realizar uno sobre Cervantes, ni quiso arriesgarse con una serie sobre ciudades que conocía bien. Su lema es que la prosa, "incluso la peor", lleva tiempo.Novela y relato

Para el autor de Mañana en la batalla piensa en mí, el cuento no es la expresión modesta de un género mayor. "Una novela exige altibajos y tiempos muertos o de tregua. Una novela de 300 páginas que mantuviera la misma intensidad desde el principio acabaría siendo fallida. Sin embargo, un cuento exige una intensidad continua desde el principio hasta el final", explica Marías, quien recalca que en España hay una pobre tradición cuentista y que escritores como Henry James, Cortázar o Borges entraron en la historia de la literatura precisamente por sus relatos cortos.

Su pasión por los cuentos no llega hasta el denominado realismo sucio. Raymond Carver, un autor al que admira, ha dado pie a una escuela que encuentra desastrosa. "Sus cuentos tienen una atmósfera muy especial. Sus imitadores creen que se puede escribir sobre cualquier cosa, lo mismo de un plato de macarrones que de alguien que espera el autobús, y eso, o eres Carver o resulta plano y soso". Tampoco le gusta al autor de Un corazón tan blanco el género policiaco. Prefiere el cine negro: "Utilizo técnicas propias del thriller, pero aplicadas a cosas que no son de intriga. No me interesa el intríngulis ése de qué va a pasar ahora, qué sucederá...", dice Marías, entre pitillo y pitillo. Siempre pone los títulos de sus libros al final. "Jamás decido uno antes de haber acabado. Hay que verlos y acostumbrarse a ellos. En realidad son una "pretensión imposible que equivaldría a resumir 300 páginas en pocas palabras. Creo que es como ponerle el nombre a una persona". Le gusta estar en buena relación con sus obras, por éso elige hasta las ilustraciones de la cubierta.A sus 44 años sigue soltero, El escritor Juan Benet, con el que mantenía una relación paterno-filial, solía decirle que no tenía problemas para conquistar a las mujeres, pero que luego no sabía retenerlas. "La vida va como va. Supongo que si me hubiera casado alguna vez ya nadie me preguntaría por ese tema", dice resignado. Hace unos años que se independizó y dejó la casa de su padre (Julián Marías) para irse a vivir solo en una casa amplia, que él ha decorado personalmente y que está llena de libros y cositas pequeñas, desde soldaditos de plomo hasta plumas antiguas o cajas.Sobre la mesa se amontonan los mandos a distancia. No tiene ni secretario ni agente literario y no piensa tenerlos, por el momento. Él solo se ocupa de todo lo referente a su carrera literaria. Ahora ha dejado Anagrama, editorial en la que ha trabajado durante ocho años y con la que ha publicado 10 títulos. "En estos momentos no tengo compromiso con ninguna otra. Me han ofrecido contratos para libros futuros y la producción de equis años, pero no me gusta comprometerme con algo que no existe. Necesito cierta inseguridad. Yo escribo sin saber dónde irá. Cuando esté ya se verá".Ahora trabaja -"cuando se me ocurre algo o tengo ganas de escribir -nunca pienso que estoy seco ni nada de eso" -la que será su próxima obra, un libro que no es de ficción y que tiene que ver con todas las cosas disparatadas que han ocurrido a raíz de la publicación de Todas las almas.

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