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RELIGIÓN

El Papa bendice en Loreto una imagen pop de la Iglesia

La Iglesia católica es pop. Sus cardenales y obispos aplauden a coro canciones sincopadas y sus fieles se mecen al ritmo enarbolando gorras multicolores de béisbol y haciendo bailar pancartas. Juan Pablo II bendijo ayer con su presencia, incómodo a veces, pero también curioso y grave al final del programa, esta imagen pop de la Iglesia, que no era completamente inédita. Nunca, sin embargo una ceremonia religiosa había llegado a parecerse tanto a las variedades televisivas. Fue como si Viva la gente se hubiera apoderado de la jerarquía vaticana.

Más de doscientos mil jóvenes de 36 países europeos animaron este Woodstock confesional en un prado próximo al santuario de Loreto, en la costa adriática italiana. Se celebra el séptimo centenario del traslado por los ángeles de la casa donde nació Jesús, desde Belén hasta la localidad citada, según la creencia asumida por la Iglesia de Roma.

La concentración, que no fue, ni con mucho, la mayor que Juan Pablo II ha conocido durante su multitudinario pontificado, introdujo la novedad de seis conexiones directas por televisión vía satélite con Santiago de Compostela, Belfast, París, la Colina de las Cruces (a la que el Papa subió durante su viaje de hace dos años a Lituania), Dresde y Sarajevo, que permitieron a jóvenes de otros tantos países dirigir preguntas, comentarios y vítores al Papa. Impecable la imagen, falló la espontaneidad del directo, porque fue evidente que tanto las intervenciones del Pontífice como las de sus fieles habían sido concordadas.

Espectacularidad

Los ballets y actuaciones musicales, de grupos poco conocidos, retransmitidas por Eurovisión a 11 países, y entre ellos a España, alcanzaron un nivel de espectacularidad inédito en este tipo de manifestación, que empieza a ser habitual en las apariciones ante los jóvenes de este Papa entusiasta de la comunicación moderna.Intervinieron varios de los 11 cardenales y 106 obispos presentes en la concentración; muchos de ellos, provenientes de paises del Este, y otros, del Oeste, como el arzobispo de Madrid, Antonio Rouco.

Dada la proximidad de la costa de la ex Yugoslavia, "donde cada día se sigue muriendo por la calle", recordó Wojtyla, era lógico que el acto concluyera con un llamamiento a superar los conflictos exacerbados que sacuden al continente desde que concluyó la guerra fría.

"Recientemente, la caída de barreras históricas hizo soñar con un mundo de libertad y hermandad. Por desgracia, los eventos sucesivos desmintieron en no pocos casos esas expectativas", reconoció el Papa.

"Rechazad las ideologías obtusas y violentas", añadió. "Alejaos de cualquier forma de nacionalismo exasperado y de intolerancia".

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