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José Ángel Valente: "Siento que mi palabra, por fin, se ha oído"

El poeta destaca el valor de la disidencia ante el poder en un seminario sobre su obra celebrado en Almería

"Empecé a escribir a los 14 años y tengo ya 65. Sólo ahora creo que mi palabra, por fin, se ha oído. Después de muchos años de trabajo radicalmente solitario siento que mi palabra ha llegado y eso me conmueve". El poeta José Ángel Valente resumía así ayer su sensación ante todo lo oído sobre su obra a lo largo de una semana dedicada a analizar sus escritos en los cursos de verano que la Universidad Complutense celebra en Almería.El autor de la ahora reeditada Palabras de la tribu, ha hecho gala a lo largo de estos días del espíritu crítico y polémico que ha caracterizado toda su obra y su vida. "Los textos de Valente son de disidencia, como la de todos los que protestamos contra el opresivo mercado del mundo", dijo de él el escritor Juan Goytisolo, encargado de la lección de clausura del seminario. Ambos escritores, Goytisolo y Valente, señalaron su capacidad de seguir diciendo no y marcaron distancias frente a los intelectuales que son capaces de verse reducidos a bufones del poder o figuras decorativas del mundo literario.

José Ángel Valente mostró un especial interés en dejar clara su desvinculación de cualquier grupo o generación y en particular de la generación de los cincuenta, en la que algunos manuales le incluyen sistemáticamente. "Mi palabra es producto de la tensión en soledad y aunque ha sido y es muy duro, hacer lo que crees que se debe hacer es lo único pagante, lo único que al final te satisface". Y añade Valente que se siente impresionado por la domesticación de la clase intelectual, "sólo pendiente de las modas y los premios. He comprobado en el seminario que estoy cerca de los jóvenes que se refugian en el lenguaje de la poesía para huir de los falsos lenguajes de la política y el consumismo. Estoy sin duda mucho más cerca de ellos que de los llamados poetas jóvenes de la generación Loewe o de esos intelectuales momias que, como Octavio Paz, predican sin parar creyéndose inmortales. Nada de lo que hacen tiene que ver con la aventura de escribir".

Críticas aparte, el seminario ha servido para intentar analizar la poesía de Valente y tal vez haya sido Goytisolo quien mejor lo haya hecho: "Las raíces de su poesía están en San Juan de la Cruz, en los místicos judíos y en los místicos islámicos".

El curso, titulado El silencio y la escucha, ha estado dirigido por Antonio García Berrio, catedrático de Teoría Literaria de la Complutense, y en él han participado especialistas en la obra de Valente como Andrés Sánchez Robayna, Jacques Ancet, Andrew Debicki, Edmond Amran el Maleh, Paolo Valesio, y José Jesús de Bustos Tovar.

Unos y otros han ido hilvanando la trama sobre la que Valente ha armado su palabra, La mirada, el silencio, la memoria, son materias prima en su obra. Pero fue el mismo poeta quien destacó la importancia de la nada, un estado al que equiparó con el exilio. "El exilio es la nostalgia de un mundo que aspira a la restauración de la unidad, pero que es el espacio puro de la nada que necesita el creador; un estado que hay que mantener en solitario porque la creación es siempre una retirada de los honores y del mundo absolutamente impuro del poder".

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