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Un dirigente de los integristas argelinos asegura que Rabat intentó pactar con ellos

"Los marroquíes me ofrecieron un pacto", afirma Abdelhak Layada, miembro fundador del movimiento integrista Grupo Islámico Armado (GIA), responsable de los atentados contra ciudadanos extranjeros y contra un buen número de políticos e intelectuales argelinos. Layada hizo estas revelaciones ante el tribunal especial de Argel, donde desde hace cerca de tres semanas se le juzga por diversos delitos de terrorismo, de algunos de los cuales fue absuelto ayer."Ellos me ofrecieron ayuda y convertir la ciudad marroquí de Uxda en nuestra retaguardia. En contrapartida pedían nuestro apoyo a Marruecos en el conflicto del Polisario y nuestra colaboración para acabar con la oposición marroquí instalada en Argel. No acepté. Pero me dieron un periodo de reflexión", aseguró el líder integrista argelino ante los miembros del tribunal especial de Argel en una de las primeras sesiones de los juicios en cadena que se celebran contra este dirigente del GIA.

Abdelhak Layada reveló ante este tribunal de Argel la historia secreta de su detención en Marruecos, efectuada en abril de 1993, cuando los servicios de información de Rabat lo localizaron en un hotel de la ciudad fronteriza de Uxda, en Marruecos, donde había acudido para conectar con los antiguos combatientes argelinos de la guerra de Afganistán, refugiados en la localidad, a los que trataba de convencer para que le diesen su apoyo y lo designaran como máximo responsable de la guerrilla, integrista en Argelia.

Al margen de estas sorprendentes declaraciones, que nunca podrán ser confirmadas ni verificadas oficialmente, lo cierto es que Abdelhak Layada fue juzgado el 14 de julio de 1993 ante un tribunal marroquí, acusado del delito de "inmigración clandestina", por lo que se le impuso una condena de dos años de cárcel. Meses más tarde fue entregado a las autoridades argelinas.

Ahora la máxima obsesión de Layada es desmentir su responsabilidad en la organización y desvirtuar sus propias confesiones efectuadas en su día ante la policía y los jueces en las que aceptó haber participado u ordenado numerosos asesinatos y atentados, entre ellos el del periodista y poeta Tahar Djaut. Es un esfuerzo inútil, tal como lo demuestra el primer veredicto, en el que se le ha condenado a la pena de muerte.

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