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Berlusconi cree "difícil" deshacerse de sus empresas

Aunque quisiéramos vender la Fininvest, sería difícil encontrar un comprador que ofreciera un precio justo o, al menos, próximo al justo", manifestó ayer Silvio Berlusconi a los parlamentarios de Forza Italia, reunidos cerca de Roma en un seminario a puerta cerrada. Los abogados del rey de la televisión privada, convertidos ellos mismos en parlamentarios, informan, no obstante, de que "se busca una solución" a la objeción clave suscitada por el aterrizaje político de este empresario: la inevitable confusión entre intereses públicos y privados que resultaría de su casi segura investidura como primer ministro.El debate resulta algo embarazoso, porque se refiere a un problema tan obvio, siendo Berlusconi el propietario del segundo grupo privado italiano -con intereses que abarcan desde la comunicación hasta el fútbol, pasando por la distribución comercial, el sector inmobiliario y los seguros-, que parece imposible que su protagonista vaya a encontrar ahora una solución que no supo ni pudo prever antes de lanzarse a la arena.

Pero, en Italia, pocos se rasgan las vestiduras frente a un ejercicio intelectual que puede parecer fariseo, del mismo modo que una mayoría tampoco se ha escandalizado durante décadas ante el vacío legal en que se basó el desarrollo de tantas actividades inmorales o morales, y entre éstas el de la propia Fininvest.

"No existe ninguna obligación constitucional" de que Berlusconi se desprenda de sus intereses para ser primer ministro, sino, "como mucho, un problema de oportunidad", razonaba ayer Vittorio Dotti, abogado de Fininvest y neodiputado. "Se está considerando la hipótesis de una división entre propiedad y gestión. Como no existe en Italia ninguna institución jurídica que garantice ese objetivo, se considera algún modelo norteamericano", añadió el abogado.

'A la americana'

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El propio Berlusconi aludió el pasado domingo a la institución del blind trust norteamericano, o mandato en blanco que los presidentes de EE UU dan a un gestor independiente para que administren su patrimonio mientras están en la Casa Blanca sin más obligación ni condiciones que la de presentar una información periódica de los resultados.

Pero el patrimonio del probable primer ministro italiano es demasiado concreto -una parte fundamental son las televisiones, concesión estatal sobre cuyo futuro deberá pronunciarse el próximo Gobierno- y excesivamente rígido -pues Fininvest ni siquiera cotiza en bolsa- como para prestarse a una solución así.

Lo único que Berlusconi ha hecho hasta ahora es dimitir de todos sus cargos en Fininvest, dejándolos en manos de su amigo e íntimo colaborador de toda la vida, Fedele Confalonieri. Previamente, había transferido a su hermano Paolo las empresas de construcción, las más sensibles a las investigaciones de los jueces.

Otro de los abogados de Berlusconi ha opinado que "de hecho, la separación [entre el presidente de Forza Italia y sus empresas] ya existe. Se trata sólo de darle mayor transparencia". No es de la misma opinión Eugenio Scalfari, director del diario La Repubblica, quien, en un editorial publicado el domingo, sostiene que la confusión de intereses públicos y privados es lo suficientemente grave como para que el jefe del Estado no pueda encargar a Berlusconi de formar el Gobierno.

Il Corriere della Sera, el periódico de Fiat que el año pasado perdió 60.000 millones de liras (unos 5.000 millones de pesetas), respondía ayer a esta opinión reconociendo el problema de fondo planteado por Scalfari, pero añadía que una solución menos desestabilizadora sería el nombramiento de una "Comisión de tres sabios" encargada de vigilar la marcha simultánea de la actividad del Gobierno y de las empresas de Berlusconi.

El mismo diario destacaba en su primera página un artículo extemporáneo de crítica genérica a los corresponsales extranjeros, previamente señalados como contumaces izquierdistas por el propio Berlusconi, y abría su segunda página con una supuesta crónica política que empezaba: "ll Cavaliere es siempre él: la misma camisa azulita, idéntica corbata a pois, la habitual chaqueta cruzada color antracita, el bronceado de costumbre. Pero, en esta mañana dominical que marca su retorno a la capital tras el retiro táctico de Arcore, algo ha cambiado. Se entiende que Berlusconi se siente menos Cavaliere y cada vez más presidente del Conseo".

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