La biblioteca de Sarajevo sigue viva en el exilio
El ex director y un editor intentan mantener activa la memoria cultural de su pueblo
Devolver a los bosnios la memoria e identidad perdidas, aun después de ver cómo ardieron un millón y medio de volúmenes de la Biblioteca Nacional en Sarajevo, es la razón de vida del ex director de la biblioteca destruida y de un editor austriaco. Ambos emprenden una intensa tarea de publicación y reparto de libros a los cerca de dos millones de bosnios en el exilio, además de poner en marcha proyectos para sostener lo que se está convirtiendo en la Biblioteca Bosnia. El escritor Dzevad Karahasan es uno de los que han visto publicadas sus obras gracias a este esfuerzo.
La pasión de Borijove Pistalo era deambular por los laberintos de la biblioteca de Sarajevo y perderse en ellos descubriendo raras ediciones, escritos medievales, pergaminos ilustrados y libros únicos e irreproducibles. El director de la Biblioteca Nacional de Bosnia-Herzegovina vive ahora expatriado y sin sus libros en la ciudad eslovena de Maribor. Fijado en su memoria el ruido ensordecedor del ataque serbio el 24 de agosto de 1992 y las interminables llamas que hicieron arder el antiguo edificio hasta convertir sus cimientos en brasas y a un millón y medio de volúmenes en cenizas."Cuando queman libros hay que apagar el fuego con libros", proclama convencido Lejze Wieser, un editor austriaco de la minoría eslovena que se ha propuesto devolver al derrotado Borijove Pistalo el derecho a su literatura. En su pequeña oficina de la ciudad austriaca de Klagenfurt nació el proyecto internacional coordinado por Edgar Kreitz para crear una biblioteca bosnia en el exilio y distribuir libros gratuitamente a los dos millones de desplazados de guerra en todo el continente europeo. "No puede morir la memoria colectiva ni la cultura, porque es la única forma de resistencia contra la demencia nacionalista dice Wieser. "Los libros no son lujos para los tiempos de paz", advierte el impresor, que convenció a 20 editoriales en Europa Central y del Este a participar en el proyecto de la Biblioteca Bosnia aportando capital.
Peregrinos indeseados
La Biblioteca Nacional de Bosnia-Herzegovina y sus libros, con todas las escrituras, desde la arábiga a la cirílica, era un reflejo del multicultural Sarajevo, donde se mezclaron, desde su fundación en 1440, serbios-ortodoxos, croatas-católicos, españoles-judíos. "Los serbios destruyen bibliotecas porque este microcosmos de coexistencia les provoca y contradice su interpretación de la historia", dice Dzevad Karahasan, escritor y ex director de la Academia de Artes Escénicas de Sarajevo, que vive ahora en Austria.
Está convencido: los refugiados que sobreviven esperando un milagro y las gentes que aún viven en Bosnia necesitan desesperadamente de libros, y no les basta con recibir sacos de arroz, vacunas inservibles contra enfermedades tropicales o a "peregrinos. culturales indeseados que aparecen brevemente en busca de inspiración y publicidad".
Karahasan ha publicado dos de sus libros en la editorial Wieser en su lengua, que él llama "la variante bosnia del serbo-croata", junto a otros cuatro autores bosnios de todos los grupos étnicos. En el ambicioso proyecto se reeditarán, además, obras clave de la historia literaria de Bosnia-Herzegovina, que incluyen prosa, teatro, ensayo y lírica. Los libros se coleccionan en la biblioteca bosnia extraterritorial y serán distribuidos a centros de refugiados en todas las capitales europeas, donde también se realizarán lecturas poéticas de ellos. Los presidentes de Hungría, Arpád. Gönez; de la República Checa, Václav Havel, y de la Eslovena, Milan Kucan, apoyan esta cruzada contra la asimilación, dirigida especialmente a los 450.000 niños y jóvenes bosnios exiliados.
Pistalo, el ex director que perdió sus laberintos, está empeñado en formar nuevas colecciones de libros y reconstruir la biblioteca en tiempos de paz, que él ve aún muy remotos. El ataque serbio que destruyó la biblioteca no había sido el primero, y Pistalo alcanzó a salvar días antes importantes mapas cartográficos y algunas colecciones que escondió en un lugar, que no quiere revelar.
En el exilio, el Instituto de Ciencias Informáticas de Maribor le ha prestado una oficina, y desde allí escribe diariamente docenas de cartas a bibliotecas y autores de todo el mundo para recuperar los títulos perdidos. Ya ha recibido 50.000 dólares de ayuda de la Unesco y donaciones de libros de las bibliotecas nacionales de Croacia, Eslovenia, Macedonia, Italia, Austria, Rusia y Turquía.
Los departamentos de estudios eslavos de la Universidad norteamericana de Yale y de la italiana de Siena enviaron antiguas colecciones de poesía y prosa bosnia. Bibliófilos de todo el mundo le han hecho llegar, cuidadosamente empaquetadas, raras ediciones coleccionadas en la diáspora. El escritor Václav Havel, presidente de la República Checa, iluminó los largos días de espera del ex director al mandarle, a título personal, la última edición de la Enciclopedia Británica.
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