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El Vaticano exige garantías especiales para Jerusalén al establecer relaciones con Israel

El Vaticano insistió ayer en Roma en su exigencia de que Jerusalén debe quedar bajo la protección de un estatuto especial garantizado internacionalmente, al tiempo que en la ciudad santa sus representantes y los del Estado de Israel estampaban su firma en un acuerdo histórico de reconocimiento mutuo que pone fin a 2.000 años de recelos e incomprensión entre cristianos y judíos. El acuerdo fue firmado por el subsecretario vaticano de Estado, Claudio María Celli, y el viceministro israelí de Asuntos Exteriores, Yosi Beilin. Se espera que el pacto facilite una próxima visita del papa Juan Pablo H a Tierra Santa. El primer pontífice que pisó Jerusalén fue Pablo VI, en 1964.

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El momento de la firma, en el inmenso marco del salón de Embajadores del hotel Rey David, fue solemne y emocionante. Claudio María Celli y Yosi Beilin firmaron el acuerdo para el establecimiento de relaciones diplomáticas entre los dos Estados, rodeados de numerosos dignatarios, cardenales, entre ellos el patriarca latino Michel Sebaj, y altos funcionarios del Ministerio israelí de Exteriores. La Santa Sede ya ha designado nuncio apostólico en Israel a monseñor Andrea Cordero Lanza di Montezemolo, actual delegado apostólico en Jerusalén, Palestina y Jordania.Sin embargo, el intercambio formal de embajadores se producirá dentro de cuatro meses, una vez ratificado el acuerdo por el Papa y el Parlamento israelí. Ayer, todos los presentes brindaron con champaña. El representante del Vaticano, Celli, dijo que "este importante acontecimiento se inscribe en los cambios positivos que hoy conoce el mundo", y añadió, quizás un poco misteriosamente: "Todavía quedan muchos problemas que resolver". El israelí Bellin declaró. ante la selecta concurrencia. "Este es un día de gran significado para millones de judíos en el mundo y para más de 1.000 millones de cristianos".

Es evidente que la normalización de las relaciones entre Israel y el Vaticano, tras 45 años de dudas por parte vaticana relacionadas con la sitaución política en la zona, no es sólo un acontecimiento político-diplomático. Cuando se trata del Vaticano, corazón de la Iglesia católica, y del Estado de Israel, portavoz del judaísmo mundial, nada es simple. Para el Vaticano, el acuerdo "se inscribe en el proceso de reconciliación histórica con el judaísmo".

En Jerusalén se subraya con satisfacción que en el preámbulo del acuerdo se estipula que las dos partes se comprometen a combatir el antisemistismo, el racismo y la intolerancia. Sin embargo, en Israel se alzan voces que ponen en guardia contra la euforia excesiva. Un editorial del influyente diario Haaretz aseguraba ayer que "el pueblo judío tiene una vieja y enorme cuenta que ajustar con la Iglesia católica". Y enumera las persecuciones seculares sufridas por los judíos en la Europa católica de la Edad Media, y la actitud de la Iglesia durante el nazismo. "Imposible absolver a la Iglesia católica de esa culpabilidad", añade el rotativo.

Algunos escrito res e intelectuales israelíes consideran que Israel debería haber exigido al Vaticano una disculpa pública y reparaciones económicas por su culpabilidad en el fomento y expansión del antisemitismo histórico.

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En el acuerdo firmado ayer, aprobado el miércoles en Roma, Israel se compromete a "respetar la libertad de religión y de conciencia" y reconoce "el derecho de la Iglesia católica a ejercer sus actividades religiosas, educativas y caritativas" en Tierra Santa. La Santa Sede, por su parte, reconoce a Israel "la libertad de ejercer sus derechos y su autoridad".

Apoyo a los palestinos

En Roma, el portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro Valls, además de aludir a las garantías especiales para Jerusalén, repitió indirectamente el apoyo vaticano a un Estado palestino al decir que la Santa Sede confía en que las negociaciones en curso muestren "respeto por los derechos que todo el mundo tiene a vivir con dignidad, pacíficamente y con seguridad dentro de su patria". Añadió que el Vaticano quiere "institucionalizar" el diálogo con los palestinos.

Dejó claro también el portavoz papal que el Vaticano no ha cambiado su posición básica sobre Jerusalén, ciudad que Israel declaró su capital "unida y eterna" en 1980, trece años después de la guerra en la que el Estado de Israel tomó el sector Este de la ciudad, mayoritariamente habitado por árabes, en donde se encuentran la mayor parte de los lugares santos del cristianismo.

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