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76 diputados del Parlamento de Guatemala dimiten para acelerar la autodepuración

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Una caótica sesión extraordinaria del Parlamento guatemalteco, en la que hubo desde puñetazos hasta lanzamiento de botellas, pasando por insultos y abucheos, concluyó a primera hora de la mañana de ayer (hora peninsular española) con la destitución del democristiano José Lobo Dubón como presidente del Congreso y el nombramiento de una mesa interina. De los 116 parlamentarios, 76 presentaron su renuncia al escaño a la nueva presidencia, que espera ultimar hoy la autodepuración de la Cámara pedida por el presidente Ramiro de León Carpio.

La polarización de posturas entre partidarios y contrarios a seguir la petición de De León fue palpable desde el inicio de la sesión. En un momento determinado del ya acalorado debate, el democristiano Luis Enrique Guillén se dirigió hacia los escaños del Frente Republicano de Guatemala (FRG), uno de los principales valedores de la tesis de la autodepuración, y lanzó un gancho de derecha contra el rostro de Carlos García, que no pudo replicar a la agresión porque inmediatamente otros diputados se lanzaron a separarles.Guillén es uno de los 16 parlamentarios considerados por sus compañeros de cámara como repudiables por su presunta corrupción, y a quienes Lobo Dubón dio constantemente la palabra en la sesión dominical. "Este proceso es una farsa", dijo el también democristiano y depurable Héctor Aragón, que habló de caza de brujas. Según los depurables, esta campaña en su contra está impulsada y financiada por un pequeño grupo de la patronal que pretende, a base de sobornos: hacerse también con el poder político en Guatemala. Tras varias horas de debate alguien lanzó desde la tribuna del público una botella, que se estrelló en el suelo, y otros objetos. Lobo, entonces, declaró que suspendía la sesión y abandonó el lugar.

En ese momento, los 70 diputados que se autoconsideran como no depurables y que permanecieron en sus escaños, decidieron continuar el debate y nombraron una presidencia provisional. Argumentaron que la ley de régimen interior del Congreso respalda su proceder y convocaron a los legisladores para continuar hoy con el proceso de depuración.

Para apoyar su acción hicieron levantar acta a un notario de que el número de diputados que avala el relevo de la presidencia es suficiente para, de acuerdo con la ley, tomar tal decisión al tiempo que planteaban como ilegal la decisión de Lobo de suspender la sesión más accidentada y enardecida de que se tenga memoria en el país.

La violencia verbal que dominó la discusión de los diputados tuvo su reflejo en la calle, donde hombres no identificados lanzaron una granada de fragmentación contra la sede de la Democracia Cristiana sin que se registraran daños personales, aunque sí pequeños destrozos. El presidente de la nueva mesa parlamentaria, Arturo Soto, del FRG, juró su nuevo cargo y prometió seguir con el plan de depuración. "El proceso de limpieza del Congreso ha comenzado", manifestó antes de convocar una sesión para hoy.

Resistencia de Lobo

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El recién destituido, José Lobo, calificó la acción de los parlamentarios como un auténtico, golpe de Estado y se negó a ceder su oficina a su sucersor. Arturo Soto, por su parte, amenazó a Lobo con desalojarle a la fuerza si seguía resistiéndose a abandonar su despacho. Los que apoyan a Soto y los que sostienen a Lobo estudiaban anoche interponer acciones legales para legitimar o impedir la actual situación. Para hoy está convocada una sesión ordinaria del Congreso, en la que la nueva presidencia insistirá en que los diputados de la Democracia Cristiana, el Partido Revolucionario y otros grupos minoritarios acepten la depuración solicitada por el presidente De León.

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