_
_
_
_
Entrevista:

"La palabra socialismo está algo desgastada, pero, no la voluntad de justicia social que expresa"

Michel Rocard intenta, a sus 62 años y desde el liderazgo del socialismo francés, encontrar nuevas vías para hacer frente a los cambios políticos, económicos y sociales producidos por una revolución tecnológica que lleva a la sociedad a poner en tela de juicio lo que significa el socialismo. Él sostiene que, entre otras cosas, socialismo es la lucha constante por la justicia social.Pregunta. ¿Cómo explica usted la amplitud de la derrota de los socialistas franceses el pasado mes de marzo?

Respuesta. Hay tres factores, y el primero y principal es el terremoto que ha afectado a todos los países desarrollados a partir del momento en que la productividad generada por el progreso técnico ha comenzado a destruir masivamente el empleo. En Francia tenemos un 10% de parados, y los ciudadanos, que esperaban de los socialistas una mejor lucha contra el desempleo, nos lo han hecho pagar muy caro. El segundo factor es el tratamiento de los escándalos financieros. Ahí también se esperaba de la izquierda más de lo que se suele esperar de la derecha. El tercer elemento es que hemos sido considerados como gente que se preocupaba más de los marginados, los muy pobres y los inmigrantes que de nuestra clase media. La clase media se siente un poco huérfana. No se identifica con esta civilización que no le garantiza ni la seguridad del empleo ni la seguridad de los bienes y las personas.

Más información
La renovación, el poder y González

P. En cualquier caso, la izquierda está en crisis en todas partes.

R. Yo no diría que la izquierda está en crisis; son las sociedades desarrolladas en su conjunto las que están en crisis. Hay paro en todas partes, incluso con Gobiernos de derecha. Pero como es la izquierda la que se pretende defensora del mundo del trabajo, la ausencia de respuestas es más grave en su caso.

P. La mayoría de sus compatriotas parecen encantados con Edouard Balladur. ¿Encuentra usted manifestaciones claramente derechistas en la acción de Balladur?

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

R. Balladur es el primer ministro surgido de una aplastante victoria electoral y los franceses quieren darle una oportunidad, lo que es normal en una democracia. Pero todo eso es transitorio. Balladur va a chocar con la realidad. En cuestión de pocos meses, los franceses van a darse cuenta de que Balladur no lo hace mejor que los otros. Y además empieza a comprobarse que la derecha sigue siendo la derecha. Sólo cuando la izquierda, gobierna, alguna gente puede decir que ya no hay diferencias entre la derecha y la izquierda. Pero basta que la derecha vuelva al poder para que la izquierda recupere su especificidad y, todo vuelva a estar claro. La derecha siempre hace pagar a los mismos y siempre beneficia a los mismos.

P. Usted dirige el debate en el seno de la familia socialista francesa que debe culminar en los Estados Generales del próximo mes de julio. Una de las preguntas planteadas a los militantes y simpatizantes socialistas es: "¿Cuál es la diferencia entre la izquierda y la derecha?". ¿Qué respuesta tiene usted a esa pregunta?

R. La derecha se acomoda a la realidad y la protege; la izquierda trabaja a favor del cambio y el progreso social. El Partido Socialista francés está dándose como definición el proyecto de una sociedad solidaria en economía de mercado. La palabra clave es solidaridad.

P. La izquierda, como usted decía antes, había asociado las ideas de progreso técnico y progreso social. Ahora eso ya no funciona.

R. Tiene toda la razón. Es lo que yo pienso y es lo que va a emerger como un discurso colectivo en nuestros Estados Generales. A partir del momento en que el progreso técnico ya no contiene en sí mismo el progreso social, e incluso en algunos aspectos es destructor del progreso social, hay, que inventar nuevos objetivos sociales disociados del mero crecimiento técnico.

P. El progreso no es una necesidad inexorable, sino una apuesta.

R. Atención, la palabra progreso es ambigua. El progreso técnico es un hecho, y es necesario que continúe para producir una riqueza creciente para nuestras sociedades y para desarrollar el Tercer Mundo. Pero el progreso social es otra cosa, que no depende de modo automático del progreso técnico. Los socialistas intentan utilizar los poderes públicos para, en primer lugar, consolidar su papel de garantes de la cohesión social y reguladores del mercado. ¿Pueden nuestra cultura, nuestro sistema educativo, nuestro sistema sanitario depender exclusivamente del mercado? No. Si es cierto que ningún sistema ha conseguido mejores resultados económicos que el mercado, también lo es que el mercado es un agravador de las desigualdades.

P. El crecimiento económico no parece capaz de reabsorber la totalidad del paro. Usted defendió durante la campaña francesa la idea del reparto del trabajo. ¿Cómo puede concretarse esa idea?

R. Yo sólo utilicé una vez la expresión "reparto del trabajo", y me arrepentí enseguida. La verdadera cuestión: ¿puede impulsarse una disminución progresiva del tiempo de trabajo que permita contratar desempleados?, ¿cómo puede financiarse un tipo de empleos necesarios socialmente? Me refiero al amplio capítulo de los servicios interpersonales: atención permanente de los niños, personas de edad, minusválidos...

P. ¿Cómo podrían organizarse esas tareas?

R. A través de la Seguridad Social. En Francia gastamos cada año más de 150.000 millones de francos [casi 3,5 billones de pesetas] para distribuir renta a personas que no crean riqueza o no rinden servicios a la colectividad. ¿Qué nos impide proponerles que hagan cosas?

P. La palabra socialismo parece bastante impopular en Francia y la mayoría de los países europeos. ¿No deberían ustedes abandonarla de una vez?

R. Empiezo a temer ese debate. La palabra socialismo describe una larga esperanza humana, y aunque la palabra esté un poco desgastada, la voluntad de justicia social que expresa no lo está. Mientras que el nombre de comunista se ha convertido en deshonroso, el de socialista no. Es verdad que la palabra socialismo ha estado durante mucho tiempo vinculada a la idea de la propiedad colectiva de los medios de producción y cambio. Nosotros ya hemos hecho la desconexión entre ambas cosas, pero parte de la opinión pública, en particular la de derechas, no. ¿Hay que cambiar por ello de nombre? Ya veremos.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_