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Clinton anuncia que Estados Unidos firmará el Tratado de Biodiversidad

Antonio Caño

En un giro de 180 grados sobre la política tradicional de Estados Unidos, el presidente norteamericano, Bill Clinton, anunció ayer que su Gobierno firmará el Tratado de la Biodiversidad y que se compromete a reducir las emisiones de dióxido de carbono para el año 2000 a los niveles de 1990.

En vísperas de la celebración universal del Día de la Tierra, Clinton hizo pública una serie de medidas destinadas a proteger de una manera más decidida el medio ambiente, lo que podría desencadenar enfrentamientos entre la Administración y algunos sectores de la industria."Durante mucho tiempo se nos ha dicho que tenemos que escoger entre la economía y el medio ambiente. Nosotros creemos que no podemos tener una economía próspera sin un medio ambiente saludable", afirmó Clinton en un discurso pronunciado en los Jardines Botánico de Washington.

Lo más resonante de este paquete de medidas es la decisión de firmar el Tratado de la Biodiversidad, a lo que se había opuesto rotundamente George Bush durante su mandato. La negativa norteamericana a adherirse a ese tratado fue el principal tema de polémica durante la cumbre del pasado año en Río de Janeiro.

Dióxido de carbono

Bill Clinton anunció también que el próximo mes de agosto su Gobierno presentará un plan destinado a garantizar que las emisiones de dióxido de carbono de Estados Unidos se irán reduciendo progresivamente hasta alcanzar en el año 2000 el nivel de diez años antes. Sin ese plan, se calcula que este país estaría produciendo a principios del próximo siglo 100 millones de toneladas métricas más de dióxido de carbono que en 1990. En ese año, Estados Unidos emitió a la atmósfera 1381 millones de toneladas métricas.Junto a esas medidas, el presidente norteamericano incluyó en su agenda verde otras de carácter más simbólico, como la orden de que la Casa Blanca consuma productos reciclados y reduzca el consumo de papel y de otros recursos limitados. Asimismo, ha cursado instrucciones a los distintos ministerios para que inicien la renovación de su parque automovilístico con vehículos que consuman energías alternativas.

La revolución ecológica fue una de las principales banderas electorales del actual equipo de Gobierno demócrata, cuyo vicepresidente, Al Gore, un conocido activista en esos temas, se ha convertido en el representante de la política de medio ambiente de esta Administración.

Fue el propio Gore quien tuvo que convencer al presidente de la necesidad de adoptar las decisiones anunciadas ayer, venciendo la resistencia de otros miembros del Gabinete, principalmente los secretarios del Tesoro, Lloyd Bentsen, y de la Energía, Hazel O' Leary, que temían las consecuencias que esas medidas podrían tener en la economía.

Berasen y O' Leary habían advertido al presidente que la firma del Tratado de la Biodiversidad y la adopción de nuevas medidas contra los productos contaminantes podría desestimular la inversión en momento en los que Estados Unidos está necesitado de un rápido crecimiento económico.

Estas medidas permiten anticipar también una agudización de la guerra entre el Gobierno y las industrias farmaceuticas, que se encuentran potencialmente entre las más afectadas por las decisiones anunciadas ayer.

El ex presidente George Bush se había resistido a todas las presiones para ratificar el acuerdo de Biodiversidad.

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