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Oriol Bohigas: La fuerza del carácter

Enérgico, asertivo, emprendedor, toca el piano con delectación. Catalanista e izquierdista. Pragmático, esteta, ideólogo con una salud de hierro y unos extraños calcetines de clown.A sus 67 años, cinco hijos cuatro nietos, Oriol Bohigas es una de las personalidades de mayor renombre en la cultura catalana de la posguerra. Ha desempeñado los cargos de director de la Escuela de Arquitectos de Barcelona en una etapa de esplendor, y ocupa, en la actualidad, la Concejalía de Cultura en el Ayuntamiento barcelonés, desde donde se propone convertir a Barcelona en un centro de referencia artística internacional. El 22 de abril se inaugura en las arcadas del Ministerio de Obras Públicas y Transportes, en Madrid, la primera exposición sobre su obra arquitectónica completa, en colaboración con Martorell, Mackay y Puigdoménech.

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"Mire, no sé si he tenido tanta influencia y poder de convocatoria como algunos me atribuyen. Para mí, sí a los 67 años y trabajando siempre en la misma dedicación no se tiene -influencia es que no se ha servido para nada. Yo he desempeñado tres cargos de repercusión pública y, sobre todo, en el mundo de los arquitectos jóvenes mi tiempo al frente de la escuela, desde 1976 a 1980, tiene que haber servido para algo. Entonces fundamos una revista que se llamó Arquítecturas Bis, con Rafael Moneo y con Solá-Morales, se cambiaron los planes de estudio, se amplió el edificio que encargamos a José Antonio Coderch, su última obra, y con un ambiente muy activo se extendió el estilo arquitectónico que se dio en llamar Escuela de Barcelona, configurada a mitad de los sesenta. Diez años antes, cuando algunos empezabamos a trabajar, nuestra obsesión era seguir la línea del movimiento moderno que se había detenido con el franquismo, pero al mismo tiempo introducir una cierta actitud crítica contra el utopismo racionalista. Fue lo que se nominó en Europa posracionalismo o, a la vez, nuevo realismo, de influencia italiana e inglesa. Entre nosotros se creó un cierto estilo mediante el empleo del ladrillo y de la teja en lugar de las cubiertas planas y también introduciendo algunos incidentes constructivos como valor expresivo en la arquitectura".

Influencia centroeuropea

"Actualmente, arquitectos en tomo a los 50 años como Piñón y Viaplana han escogido unas formas expresionistas de mayor influencia centroeuropea y otros, antiguos copartícipes nuestros como Tusquets, han preferido después la influencia de Venturi y su gusto por la ornamentación. Un estilo que a mí no me gusta. Efectivamente, algunos de estos posmodernos me parecen arquitectos de primera fila, pero no estoy de acuerdo ni con su voluntad teórica ni con su planteamiento moral. Para mí uno de los problemas capitales de la arquitectura actual es el abandono de aquellos principios que atendían a las necesidades reales de la colectividad. En las clases, en las conferencias, los estudiantes de antes preguntaban -a cómo salía el metro cuadrado, cómo se encontraban los vecinos en la escalera, qué estructura urbana se había proyectado para la convivencia. Ahora lo que se pregunta es de qué color es la fachada, donde se compra ese mármol del vestíbulo, cómo es el diseño de las lámparas. La arquitectura se está apartando de los problemas sociales básicos, y eso se nota no sólo en el gusto por lo superfluo, sino también en la atención por la publicidad y el consumo. Lo principal es que el edificio aparezca fotografiado en las revistas, como una marca de cigarrillos o de bebidas. Y esto creo que tiene aspectos muy negativos que, aparte de cuestiones morales, afecta a cuestiones estilísticas".

"Se busca el efecto espectáculo y en este sentido el posmodernismo, entendiendo por esta palabra el estilo que ha pretendido recuperar de forma irónica los estilos históricos que acabaron ya en 1980, es un reflejo reaccionario. No me interesa lo que está haciendo Bofill, desde luego. Me interesa lo que hace Moneo, aunque creo que no es bueno su aeropuerto de Sevilla, y también creo que se ha equivocado con la estación de Atocha, con muy poca integración en el entorno".

"Para mí existen tres ideas fundamentales. La primera es que la arquitectura tiene que poder construirse, la segunda es que debe encontrarse en relación con la ciudad o con el paisaje, porque creo que es más importante la convivencia alrededor de los espacios públicos que la vida íntima en los dormitorios, y la tercera, es que la arquitectura ha de servir funcionalmente a las gentes que la usan".

"¿Dice usted que dice la gente que mi proyecto de la Villa Olímpica no está funcionando? Lo que pasa es que no está habitada todavía, no hay tiendas, ni mercados, pero la situación empezará a cambiar este verano y gradualmente funcionará mejor que cualquier otro barrio de Barcelona, porque tiene la ventaja de la densidad menor".

"Sí, creo que Barcelona funciona de un modo muy diferente a Madrid. Barcelona es una ciudad ordenada de manera más democrática, gracias sobre todo a la amplia superficie del Ensanche. Madrid es una ciudad que se ordena en tomo a un gran eje como es la Castellana, y a partir de ahí se extiende con zonas residenciales y estructuras pueblerinas. Barcelona es más homogénea; Madrid es más jerarquizada. Y la vida acaso también sea de esa misma manera. En Madrid existen grupos más altos que en Barcelona y también grupos más bajos, lo que hace que sea una capital piramidal".

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