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LA BATALLA POR LA CASA BLANCA

El mensajero del cambio, a las puertas de la capital

Bill Clinton vincula su imagen al deseo de aires nuevos de parte de la sociedad de EE UU

Antonio Caño

La mañana del 3 de octubre de 1991, Bill Clinton cubrió, por primera vez, su sesión diaria de jogging rodeado de periodistas que sabían que unas horas después anunciaría formalmente su candidatura a la presidencia de Estados Unidos. Desde ese momento, el que entonces era un semidesconocido gobernador de un Estado insignificante no volvió a correr tranquilo. Todas sus energías quedaron concentradas en otra carrera, la más importante de su vida: la de la Casa Blanca.

Durante 13 meses justos, Clinton ha ido venciendo obstáculos, ganando admiración, acumulando esperanzas, superando pesadumbres en la campaña electoral más larga y compleja del mundo. Cuando Clinton mencionó su deseo de participar en esa campaña, George Bush parecía un rival imbatible. Los grandes líderes del Partido Demócrata, atemorizados ante la imagen que proyectaba el presidente, habían renunciado a jugarse el prestigio en lo que creían una misión imposible. Los demócratas presentaban un equipo de reservas, entre los que la única ventaja de Bill Clinton era que su carisma personal, su fotogenia, su parecido físico con John Kennedy, su juventud, le permitían, al menos, caer simpático.En su campaña, Clinton sorprendió. Demostró consistencia y paciencia. Resistió los más duros ataques sobre su vida privada que haya tenido que superar ningún otro candidato presidencial antes; supo encontrar los puntos débiles de Bush (la economía), y fue capaz de vincular su imagen a los deseos de cambio de una parte de la sociedad.

El mayor éxito de Clinton ha sido convertir lo que se creía un paseo militar republicano en lo que parece ser una de las elecciones más apretadas de los últimos años. Su mayor fracaso ha sido el de no haber vencido del todo las dudas sobre sus cualidades personales para ser presidente.

Los grandes momentos de su campaña fueron los siguientes:

Gennifer Flowers. En enero de este año, una publicación sensacionalista reveló que, años atrás, Clinton había tenido una larga relación amorosa extramatrimonial. El candidato lo desmintió, aunque reconoció que había conocido a Gennifer Flowers y que había habido momentos difíciles en su matrimonio.

Vietnam. En febrero, el diario The Wall Street Journal publicó que Clinton había tratado de evitar el reclutamiento para la guerra de Vietnam en 1969. El periodista Ted Koppel, de la cadena ABC, hizo pública, unos días después, una carta del propio Clinton, con fecha de ese año, que demuestra que el entonces estudiante en Oxford estaba preocupado por las consecuencias que podría tener en su carrera política su intención de evitar ir a la guerra. Más tarde se supo que, durante sus años en Oxford, Clinton había participado -incluso organizado- actos de protesta contra la participación norteamericana en ese conflicto.

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Primarias de Hew Hampshire. Clinton llegó a esas primarias, el 18 de febrero, muy debilitado por los dos escándalos anteriores. Perdió frente a Paul Tsongas y a punto estuvo de verse obligado a abandonar la carrera electoral, pero siguió adelante porque obtuvo un honorable segundo puesto, sólo ocho puntos por detrás, un resultado mejor del esperado. Si Clinton gana mañana, será el primer candidato de la historia que llega a la Casa Blanca después de haber sido derrotado en New Hampshire.

Primarias de Nueva York. La credibilidad de Clinton estaba muy baja en la fecha de esas primarias, 7 de abril, a pesar de los éxitos anteriores del candidato demócrata en los Estados del sur y del medio oeste. En las vísperas, un nuevo escándalo afectó a Clinton: en su juventud había fumado marihuana. Clinton explicó, torpemente, que había probado esa droga, pero sin inhalar. Aunque ganó las primarias, el hecho de que Tsongas, que ya se había retirado, obtuviese casi un 30% de los votos dejó muchas sombras sobre las posibilidades de Clinton.

Primarias de California. Fueron las elecciones que concedieron a Clinton el título de candidato propuesto por el partido, pero no fue un momento glorioso para él. Ganó por sólo un 8% de ventaja sobre Jerry Brown; el millonario tejano Ross Perot había ya entrado en la campaña y había captado toda la atención de la prensa, lo que, unido a las dudas sobre Clinton, hizo que su victoria pasase casi inadvertida.

Convención demócrata. La reunión en el Madison Square Garden de Nueva York en julio fue, por fin, la oportunidad del éxito para Clinton. Consiguió el respaldo de todo el partido para su programa centrista. Su popularidad creció tan vertiginosamente como crecía el descontento hacia Bush. Sorprendido por su ascenso, Perot abandonó la campaña.

El apoyo de la prensa. A lo largo del mes de septiembre, la prensa se centró en destacar las virtudes de Clinton, de quien se comenzaba a hablar como el probable próximo presidente.

Los debates. El candidato demócrata rayó a gran altura en los tres debates electorales, aunque en el último de ellos dejó la iniciativa a Bush, que consiguió resucitar las dudas sobre la fiabilidad de Clinton.

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