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GUERRA EN LOS BALCANES

Un 'buen día' para la guerra en Slavonski Brod

Siete muertos y 25 heridos, balance del martes en el único lugar de Croacia donde se lucha

Alfonso Armada

La noche es espléndida en Slavonski Brod. Una luna casi llena sobre la ciudad dormida. Han callado los cañones, pero calles y casas están a oscuras. Mejor no ofrecer blancos fáciles a la artillería enemiga. Por eso escribo a la luz de una vela. Los clientes beben en una barra a oscuras. El martes fue una jornada especialmente movida, con más de 250 proyectiles que cayeron sobre la ciudad matando a siete personas e hiriendo a 25. Lo fue también el lunes, cuando el bombardeo empezó a las cuatro de la madrugada. Por la tarde, cuando llegó una comitiva de la Comunidad Europea, el sonido de las bombas se escuchaba limpiamente.

Slavonski Brod no se defiende. Soporta estoicamente el bombardeo de las fuerzas serbias emboscadas en las colinas que rodean la otra orilla del río Sava, allí donde Slavonski Brod se llama Bosanski Brod.Jozo Meter, el alcalde, un hombre bien parecido, de ojos claros, sí habla: "¿Cuándo van a hacer algo las potencias contra esos fascistas que disparan desde el otro lado?". Meter es un edil muy popular en Slavonski Brod. Se hizo con la alcaldía contando con el 80% de respaldo ciudadano. El lunes recibió a los enviados de la Comunidad Europea que habían llegado a Slavonski Brod, una ciudad situada a 200 kilómetros al este de Zagreb, para recoger ayer a 100 niños y llevárselos a pasar como mínimo 30 días lejos de aquí. En la comitiva comunitaria viajaba un senador belga, Philippe Mahoux, quien anunció que habla llegado a un acuerdo con el alcalde de la ciudad para proceder el próximo sábado a la evacuación hacia Bélgica de otros 80 niños de Slavonski Brod.

Disparos indiscriminados

"Los serbios no parecen seguir ningún sistema. Bombardean a cualquier hora, sin ninguna secuencia, sin ningún aviso previo". Quien así habla es un militar holandés, enlace comunitario que lleva una semana viviendo en Slavonski Brod y que prefiere mantener su identidad en la sombra. "Parece como si lo único que pretendieran es hacer el mayor daño posible. Disparan sus cañones de improviso, cuando los ciudadanos están apenas terminando de barrer los cristales rotos por el último ataque, cuando la gente se ha confiado y ha vuelto a la calle. Es lo peor de esta guerra, que no parece seguir objetivos militares. Hay una crueldad pura, despiadada".

El puente que une los dos Brod (Slavonski y Bosanski, ambos croatas), también ha sufrido ataques de la aviación serbia. "Algunos aseguran que los aviones no eran serbios, aunque los pilotos hablaban una lengua eslava", dice un militar belga, miembro también de la misión comunitaria. "Pero no parecían muy interesados en reducirlo a escombros, sólo en amedrentar. A fin de cuentas, el puente es el mejor camino para evacuar a los bosnios y los croatas que los serbios quieren empujar al otro lado del río". Slavonski Brod es, tras el alto el fuego logrado en Dubrovnik, el único punto de Croacia en el que sigue habiendo guerra, aunque no se combate. La cuidad no tiene tropas y no puede responder con fuego al fuego que llega desde el otro lado del río.

El viernes murió una chica de 18 años que había vuelto a Slavonski Brod para asistir al entierro de su madre, también muerta por una bomba. Hace una semana dos personas murieron alcanzadas en su propia casa. En medio de la dulce temperatura de agosto las bombas sobre Slavonski Brod tienen una carga aún más irreal. Pero matan.

La población intenta vivir como si la guerra no existiera, pero de las 16.000 personas que trabajaban en la fábrica de maquinaria, sólo 500 siguen acudiendo a diario. Muchos han huido a zonas más seguras, pero otros no tienen a donde ir o no quieren irse.

Los fines de semana la ciudad se vuelve un lugar fantasmal, con las familias refugiadas en las colinas de este lado del río. Pero ni siquiera entonces hay un avance de las tropas serbias emboscadas. Siguen allí, a salvo en la espesura, enviando sus letales mensajes con una paciencia infinita.

Desde Zagreb, el camino más corto. hasta Slavonski Brod es por la autopista que unía la capital de Croacia con Belgrado. Hay un tramo más allá de Slavonski Brod, que nunca se terminó como tal autopista, y no parece que ni serbios ni croatas vayan a poner mucho empeño en terminarla. Cuando la guerra acabe.

Era la autopista a Europa, la que los turistas alemanes seguían para llegar a Zagreb, para bajar al mar Adriático y mojarse los pies. Ahora es un espejismo, la autopista más solitaria del mundo, con policías croatas apostados a la entrada y a la salida y destacamentos de soldados con el casco azul, arrancados de su medio y depositados en el corazón de la Kenia Crajina croata para vigilar que nadie se aventure: el primer control es de jordanos, el segundo de canadienses, el tercero de nepalíes. Son los nuevos encargados del peaje. Soldados de las Naciones Unidas vigilando la tierra quemada que la guerra ha dejado a su paso.

Esqueletos de edificios

A ambos lados, esqueletos de edificios, gasolineras convertidas en coladores. Las fuerzas de las Naciones Unidas han cubierto parte de los cráteres que las bombas habían dibujado en, el asfalto, pero el conductor italiano de la furgoneta comunitaria tiene que andar ojo avizor para no caer en los que quedan.

Hasta los pájaros parecen no saber a qué atenerse aquí. Acostumbrados a volar libremente sobre los cuatro carriles, desafian al blanco convoy de la Comunidad Europea y se estrellan contra el parabrisas. Los puestos de peaje han sido per forados por una infantería es pecialmente manirrota, y los rótulos a la orilla del camino contribuyen con su propia dosis de absurdo: 320 kilómetros a Sarajevo, Market Exclusive, Belgrado. Una verdadera auto pista a ninguna parte, salvo a Slavonski Brod.

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