_
_
_
_

"La pornografía es el fascismo de la democracia", dice Catharine MacKinnon

A la abogada norteamericana Catharine A. MacKinnon le han tiroteado por la calle, amenazado y entorpecido durante 12 años su acceso a la Universidad de Michigan como profesora de Derecho. Y todo, por combatir públicamente la pornografía, un negocio que sólo en Estados Unidos mueve cada año el equivalente a un billón de pesetas. Portada de The New York Magazine hace un año por su lucha y página prevista el próximo agosto en la revista erótica Play Boy por todo lo contrario, MacKinnon insiste contundente: 'La pornografía es el fascismo diario de las democracias".

Catharine MacKinnon ofreció una conferencia esta semana en Madrid, en el Instituto Internacional, un centro que este año cumple 100 años y que fue creado con capital norteamericano para la educación de la mujer española.Tras dos décadas de trabajo, uno de los triunfos de MacKinonn ha sido conseguir que su definición de la pornografía en 1976 sea la que utiliza oficialmente la justicia norteamericana: "Pornografía es una subordinación gráfica sexual explícita de la mujer a través de fotos o palabras incluyendo uno o más de los puntos siguientes: a) las mujeres son presentadas deshumanizadas como objetos sexuales, cosas o instrumentos; b) las mujeres son presentadas como objetos sexuales que disfrutan de la humillación o del dolor; e) las mujeres son presentadas como objetos sexuales que experimentan placer sexual en la violación, el incesto y otras agresiones sexuales... ".

No todo el movimiento feminista está de acuerdo en combatir tan apasionadamente la pornografía. La polémica es cada vez más encendida, "pero es que la pornografia no es un desnudo", explica MacKinnon.

Prototipos racistas

Ella se refiere a la invasión de imágenes y películas sadomasoquistas que incluso reflejan prototipos racistas, como, por ejemplo, presentar a una mujer de raza negra "saltando de rama en rama", o explotar la supuesta pasividad de las orientales.'La pornografía es una práctica del fascismo en la vida de todos los días. Los regímenes autoritarios lo restringían al uso de las élites, y lo que han hecho los Gobiernos democráticos es simplemente hacerla disponible para todos", afirma lajurista con contundencia. "Es también una práctica de desigualdad y discriminación que genera violencia, porque hay que saber que, cuando los hombres ven pornografia, después repiten lo que han visto en sus ámbitos privados, la casa, la oficina y la escuela".

El argumento que aporta para explicar por qué este producto es prácticamente sólo para hombres es que las mujeres han sido socializadas para tener una satisfacción sexual a través de alguien, mientras que los hombres lo han sido subordinando a otro ser humano. "La pornografía es una experiencia sexual entre una persona y una cosa, y no responde a las necesidades femeninas".

MacKinnon está convencida de que si el objeto de la pornografía fuera otro distinto a las mujeres o los niños, los Estados ya la habrían prohibido, pero critica que no haya voluntad política para hacerlo. "Los políticos no la combaten porque la usan y la disfrutan. No hay que olvidar que la mayor parte de ellos son hombres", dice. Considerada en Estados Unidos Ia mejor teórica de leyes para mujeres", Catharine MacKinnon lleva media vida, junto a la escritora también norteamericana, Andrea Dworkin, intentando sacar adelante una ley federal contra el uso pornográfico de las mujeres.

Una de sus clientes fue Linda Lovelace, protagonista de la célebre película porno Garganta Profunda. La actriz acudió en 1979 a los tribunales, denunciando haber sido secuestrada y violada para rodar las escenas del filme.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_