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Siria concede libertad de movimientos a su pequeña comunidad judía

Antonio Caño

La reanudación, ayer en Washington, de las conversaciones bilaterales entre árabes e israelíes, fue marcada por un doble golpe de efecto: uno, esperado, de Israel, que presentó su proyecto anunciado de elecciones municipales en los territorios ocupados, y el otro, imprevisto, de Siria, que anunció la concesión de la libertad de movimientos a la comunidad judía del país, que consta de unas 4.500 personas.

La decisión de Damasco fue anunciada primero por la portavoz del Departamento de Estado, Margaret Tutwiler, quien precisó que los judíos sirios estarán autorizados de ahora en adelante a viajar libremente, tanto por razones de negocio como por vacaciones, y a vender sus bienes. La portavoz de la delegación siria en las conversaciones de Washington, Bouchra Kanafani, confirmó esta noticia al afirmar que "todos los sirios, judíos o no judíos, están autorizados a viajar sin restricción", y al anunciar que su Gobierno ya no exigirá visado de salida. En Jerusalén, el primer ministro, Isaac: Shamir, expresó unas horas más tarde su alegría por la noticia. El anuncio de la convocatoria de elecciones municipales en Gaza y Cisjordania no concitó la misma unanimidad. La portavoz palestina, Hanan Ashraui, reiteró ayer que lo que su delegación pide son "elecciones generales" para constituir un Parlamento autónomo en los territorios ocupados. Se trata sin embargo de un gesto de Tel Aviv en un momento en que Israel -como Estados Unidos- se encuentra en plena campaña electoral. Isaac Shamir no puede permitirse el lujo de concurrir el 23 de junio ante sus votantes con el dudoso mérito de haber dinamitado las privilegiadas relaciones que su país mantenía hasta ahora con Estados Unidos.

Por su parte, el presidente George Bush y el secretario de Estado, James Baker, por mucho que deseen la derrota de Shamir, con quien vienen discrepando personalmente desde hace años, tampoco pueden apostar a fondo por el triunfo de un Gobierno laborista en Israel.

Además, la proximidad de las elecciones en Estados Unidos, donde Bush se juega la reelección en noviembre, obliga al presidente a ser más prudente con Israel de lo que ha sido hasta ahora, si no quiere tener que correr contra todo el peso de la influencia judía en este país. Aunque eso no es todavía una preocupación fundamental en la Casa Blanca, no se puede despreciar el fuerte apoyo que el candidato demócrata Bill Clinton obtuvo entre la población judía durante las elecciones primarias de Nueva York, a principios de mes. Clinton es un firme defensor de Israel.

Debates entre palestinos

En cuanto a los principales actores de esta historia, los palestinos, se debaten en sus problemas internos sin que Washington pueda ejercer una influencia significativa sobre ellos. Durante pasadas rondas de conversaciones, Estados Unidos, sobre todo el Departamento de Estado, no ha ocultado las simpatías con las que miraba el trabajo de Haidar Abdel-Shafi y del resto de la delegación negociadora palestina, pero Washington se encuentra en estos momentos con serias sospechas de que esa delegación no represente en realidad más que a uno de los sectores de los palestinos. Fuentes del Departamento de Estado temen que los palestinos estén ahora más preocupados por la polémica sobre la debilidad del liderazgo de Yasir Arafat y su posible sucesión que por las conversaciones de paz. En esas circunstancias, las mismas fuentes temen que la posición palestina sea hoy más intransigente de lo que fue cuando este proceso de paz nació en Madrid en octubre pasado.

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