Ilustre caballero
He seguido con verdadero gozo la proyección de Don Quijote de La Mancha y he podido comprobar que todos mis familiares -los hay de todas las edades- han esperado durante toda la semana con verdadera ilusión la llegada del miércoles para seguir en la pequeña pantalla las desventuras del ilustre caballero.Además de felicitar desde aquí a todos los que han tenido parte en la producción de la película y en su presentación en televisión, quiero aprovechar la ocasión para resaltar algo que venimos diciendo muchos telespectadores cuando protestamos sobre la calidad y tipo de películas que se nos ofrecen. No es verdad que toda la chabacanería y mal gusto de casi todo lo que se proyecta se hace porque lo reclama el público. Eso no es más que una justificación de una línea de conducta injustificable. El público no pide más que lo que conoce y, por desgracia, lo que conoce no es mucho más de lo que le llega a través de la televisión. El papel de ésta es satisfacer los gustos de los telespectadores, pero, en primer lugar, formar ese gusto.
Pedimos a la televisión, pública y privada, que deje ya de ofrecer a los telespectadores los incalificables espectáculos a que nos tiene acostumbrados y que siga en la línea que traza la estupenda producción citada, Don Quijote de La Mancha.- .