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42º FESTIVAL DE BERLÍN

Werner Herzog embellece la guerra del Golfo en un filme para la televisión

Poco después de que las tropas iraquíes se retiraran de Kuwait incendiando todos los pozos de petróleo del emirato, el director alemán Werner Herzog y el camarógrafo y también director británico Paul Berriff se metieron en el infierno para filmar "un planeta diferente, un mundo entero en llamas". El resultado es Lecciones en oscuridad, una sorprendente película para televisión que presentó el viernes en Berlín. "El colapso de las estrellas lo veremos como una creación de grandioso esplendor", es la cita con que comienza el filme.

"Las suelas de nuestras botas se fundían en segundos; las protecciones de los micrófonos, lo mismo. A veces rodábamos en áreas minadas. Fue un rodaje muy físico. En ocasiones, con un ojo detrás del objetivo, Barriff tenía media cara protegida y yo intentaba taparle la otra mitad hasta que me daba cuenta de que mis guantes habían empezado a arder. Nos acercábamos 30 segundos y teníamos que salir corriendo para volver otra vez a por otro plano", cuenta Herzog.Diríase que el hombre cuyos rodajes adquirieron en el pasado dimensiones épicas, como cuando durante la realización de Fitzcarraldo, en la selva amazónica, se empeñó en trasladar un barco de un valle a otro a través de la montaña enfrentándose a las tribus locales, o cuando amenazaba pistola en mano a Klaus Kirtski, el actor con el que trabajó -casi en exclusiva- durante muchos años, sigue fiel a sus hábitos aventureros. Pero Herzog no quiere oír hablar de esto e incluso niega que así fuera en el pasado. "No", dice, "ustedes [los periodistas] convirtieron estos rodajes en una cosa así, fue simplemente un trabajo muy duro. No estoy en la línea de crear una mitología de mi propio trabajo, esto sería ridículo. He hecho todo tipo de proyectos, y algunos han sido trabajos muy fáciles".

Sobre Kinski, recientemente fallecido, también toma sus distancias. "Desde el punto de vista de mi trabajo no lo echaré de menos", asegura, "ya había dejado de trabajar con él antes de que muriera. Tenía claro que no iba a hacer ninguna otra película con Kinski"

Planeta diferente

Esta actitud distante, más de artista que de activista, define perfectamente Lecciones de oscuridad. "No nos planteamos hacer una película antibélica, aunque, visto el resultado, creo que cada una de estas imágenes es una consigna antibélica. Lo que hemos hecho ha sido rodar una película en un planeta diferente, en realidad no se menciona que sea Kuwait. Es como una película de ciencia-ficción, y no es cinéma verité. Pero lo terrible es que una cosa así puede ser creada en horas, sea con armas nucleares, sea con armas convencionales, en cualquier parte del mundo".

Lo que más parece horrorizarle es caer en lo didáctico, en lo obvio. "Sería ridículo que yo sólo hubiera ido allí como director de cine para decir algo así como que la guerra es mala o que la guerra es buena. En cierto modo, lo que sucedió allí se parece a un desastre natural, un volcán o un terremoto, pero lo más importante es que no fue un accidente, sino que fue causado por el hombre. Había una preparación técnica, y todo fue efectuado con precisión. Si pensamos que no se salvó ni uno de los más de 700 pozos de petróleo, debemos admitir que hubo una enorme precisión metódica. Pero todos nosotros tenemos toda la información. Cada uno tiene que formarse su opinión, y yo no quiero iluminar a la gente".

Admite, sin embargo, la inquietante belleza del horror que destila la película, que supera la imaginación más delirante. "No es un ensayo sobre la guerra, se parece más al infierno de Dante o a un cuadro del Bosco. La belleza de la destrucción es la misma belleza que la de las explosiones atómicas. Stanley Kubrick, en Doctor Strangelove, ya anticipaba esta estética, lo mostró muy claro utilizando las imágenes de las explosiones atómicas. Hay algo muy extraño en este tipo de destrucción que tiene un enorme impacto estético, una fascinación diabólica, una belleza maligna, y, sin embargo, sabemos que puede ser el fin del mundo".

Para subrayarlo y multiplicarlo está la música. Grieg, Mahler, Pért, Prokófiev, Schubert, Verdi y, especialmente, Wagner se alternan con los profundos sonidos de los pozos en llamas, de los chorros de agua de los bomberos y el gorgoteo del petróleo en ebullición.

Herzog cuenta que la idea de filmar la devastación que siguió a la guerra del Golfo se le ocurrió tras una breve conversación con Berriff, uno de los más conocidos documentalistas de la BBC, al coincidir ambos en que "las imágenes que veíamos por televisión no conseguían contar realmente la historia. Un mes después de este encuentro, Herzog, Berriff y Reiner Klaussmann, uno de los camarógrafos habituales del director alemán, se encontraban ya en Kuwait. Los canales de pago Premiére, Canal Plus Francia y Canal Plus España aportaron la financiación, al tiempo que la BBC prestaba su colaboración.

Herzog, que vive en Viena, cuando no se encuentra viajando por todo el mundo, ve la situación de su país, Alemania, con cierto distanciamiento. "Cuando cayó el muro de Berlín yo estaba en la Patagonia y el teléfono más cercano se encontraba a 480 kilómetros, aunque me enteré a través de la radio de onda corta. Alemania, por supuesto, está cambiando, ya que este ha sido uno de los mayores acontecimiento históricos de la posguerra. La unificación ocupará las energías de las fuerzas políticas y económicas durante los próximos diez años o más. En el Este hay descontento, y a causa de ello hay una relativa emergencia de la extrema derecha; se trata de una reacción a esto, y los peligros son obvios. Hay que estar muy atentos a lo que pasa".

Ecologismo

"Por favor, no me cuelgue el sanbenito de director ecológico", se lamenta cuando se le menciona uno de sus temas favoritos, "me gusta ir a la fuente de los problemas. La madre de todos los problemas es la explosión demográfica en el planeta. Los problemas ecológicos son sólo una consecuencia de esto. El principal asunto es como detener la superpoblación o incluso invertirla. En segundo lugar hay que buscar una nueva actitud respecto a los recursos de este planeta. Esto depende de cada uno de nosotros, y no se trata de soluciones políticas. Podemos reducir muchas cosas y cambiar nuestra actitud como consumidores".

De la misma manera, este hombre, que ha desarrollado una gran parte de su trabajo en América Latina y que ha trabajado entre numerosas tribus indias, considera que los lamentos sobre la historia tienen poco sentido. "Hay que admitir que los acontecimientos históricos son irreversibles, y no debemos mirarlos con actitudes moralistas".

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