La guerrilla integrista revive la batalla de Argel
La segunda batalla de Argel no ha hecho más que empezar. La guerrilla integrista, vinculada al Frente Islámico de Salvación (FIS), se ha refugiado en la casbah (barrio viejo) de la capital y desde allí ha dirigido en la última semana diversos ataques contra las fuerzas del orden y los edificios públicos colindantes, para diluirse a continuación entre los 60.000 habitantes que se hacinan en la antigua ciudadela turca. La casbah de Argel, declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco hace menos de un mes, es ahora el feudo de los afganos, que intentan convertirla en bastión de la revolución islámica.
La guerrilla integrista argelina no se ha refugiado en la casbah por razones tácticas, sino para reescribir una de las páginas más heroicas de la historia de la independencia de este país: la batalla de Argel. La lucha entre las fuerzas armadas del Frente de Liberación Nacional (FLN), escondidas como ahora en la casbah de Argel, y el Ejército colonial francés se desarrolló a lo largo de 1957 y 1958, para finalizar el 7 de octubre con la muerte de uno de los líderes independentistas, Amara Alí, más conocido como Alí la Point.La primera batalla de Argel fue un desastre castrense para el FLN, porque sus fuerzas fueron aplastadas y la población sometida, pero la contienda de la casbah sensibilizó a la opinión pública internacional y nacional y atrajo su atención sobre lo que sucedía en Argelia. Hoy, 35 años después, las fuerzas integristas pretenden hacer lo mismo.
El FIS se ha implantado con fuerza en los últimos años en el tejido social de la casbah. Lo atestigua Alí Belaj, número dos del FIS, quien convirtió la ciudadela y el barrio cercano de Bad el Ued en el epicentro de su agitación religiosa y política. Belaj dirigió a sus habitantes alguno de sus más inflamados discursos: "¿Para qué han luchado los combatientes en este famoso e histórico barrio de la casbah? Me imagino que la guerra no se hizo para que las calles se convirtieran en dormitorio de hombres y mujeres, bajo la lluvia y el frío".
El mensaje del dirigente del FIS, encarcelado desde hace ocho meses, ha calado en los vecinos de la ciudadela. Lo demuestran los millares de pintadas en sus paredes. En una de sus callejuelas, escrito con pintura aún fresca, se podía leer ayer: "El Ejército de Argelia es la vergüenza del mundo musulmán". Poco más allá alguien había vuelto a escribir: "Ejército asesino" y "Abasi Madani, presidente de la República". Los muros de la casbah se han convertido en un enorme insulto a la junta.
Ayer, sus calles recuperaron la normalidad tras un viernes sangriento en el que se registraron numerosos incidentes, que culminaron con la extraña aparición de cinco cuerpos calcinados bajo un muro, tras una explosión aún no aclarada.
Pero nada de eso preocupaba ayer al mediodía a los habitantes de la casbah, que permanecían apoyados en las esquinas, tomando el sol. Los niños jugaban a las chapas, pero no dejaban de vigilar la presencia de posibles extranjeros ni un solo instante. Aparentemente, en la casbah no había ni un solo miembro de las fuerzas de orden público. Tampoco había barbudos, ni vestimentas tradicionales, sólo rostros limpios, recién afeitados, tejanos y anoraks. Como si nada hubiera sucedido.
Pero la casbah de la primera batalla de Argel tiene muy poco que ver con la integrista. En la época de la guerra colonial francesa, la ciudadela tenía 8.000 viviendas; en la actualidad sólo quedan en pie 1.700, en las que se amontonan un número impreciso de ciudadanos, que oscila entre 60.000 y 70.000. Los antiguos vecinos de la heroica casbah dejaron el barrio en 1962, al finalizar la guerra de independencia para ocupar los pisos que abandonaron los colonizadores franceses, en especial los del barrio cercano de Bad el Ued.
Espectáculo desolador
Los Gobiernos de Ben Bella, Huari Bumedian y Chadli Benyedid trataron de rehabilitar la casbah y convertirla en un monumento para la historia. Pero antes de que lo lograran el barrio fue invadido por una oleada de inmigrantes desarraigados. Hoy la casbah ofrece un espectáculo desolador. Las basuras se amontonan en todas las esquinas. La mayoría de las viviendas carecen de agua, no hay cloacas, faltan servicios y escuelas y a diario docenas de desharrapados se amontonan en las puertas de las mezquitas con la esperanza de meter la cuchara en el plato comunitario del cuscús que alguien ha dejado en el suelo.
Los planes de reconstrucción, impulsados con el apoyo de la Unesco, han fracasado hasta ahora como consecuencia de la especulación. La reciente declaración de la casbah de Argel como patrimonio de la humanidad ha resuelto algunos problemas arquitectónicos de esta ciudadela, pero no ha clarificado el futuro de sus habitantes. Sus vecinos son conscientes de ello. Por eso han decidido apoyar al brazo armado del FIS, que esta noche, sin duda, saltará de nuevo de azotea en azotea para protagonizar otro acto de desesperación política.
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