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La CIA se reconvierte

El espionaje se centrará en el tráfico de armas, el terrorismo, las drogas y la economía

Antonio Caño

El 1 de junio de 1990 entró en funcionamiento en EE UU el más perfecto radar que el mundo haya conocido, el OTH-B. Su nacimiento costó 20 años de investigaciones y una inversión de 1.400 millones de dólares. Esta maravilla tecnológica es capaz de detectar un bombardero o un misil soviético 3.200 kilómetros antes de que llegue a las costas de EE UU. El proyecto preveía la instalación de uno de esos radares orientado hacia el Pacífico y otro hacia el Atlántico. Pero hoy, gracias a la cambiante situación internacional, ambos son un lujo inútil; el de la costa Oeste ha sido clausurado, y el de la costa Este, instalado en el Estado de Maine, funciona sólo 40 horas semanales.

Da la impresión de que 40 ho ras de espionaje por semana son hoy suficientes para garan tizar la seguridad de Estados Unidos. El radar del Atlántico estaba preparado para seguir los vuelos de los bombarderos soviéticos que cubrían la ruta hacia Cuba, pero hoy ese recorrido sólo lo hacen aviones de Aeroflot cargados con turistas italianos. Los únicos aviones que amenazan las costas norteamericanas en estos momentos son los bimotores que transportan cocaína- latinoamericana.Después del recorte de las armas nucleares, los nuevos tiemp os exigen también una reestructuración del aparato de espionaje, en el que Estados Unidos gasta cada año 30.0.00 millones de dólares.

El cuartel general de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en Langley (Virginia) se encuentra en plena fase de redecoración. Su gran despacho del séptimo piso está ya listo para recibir a quien -si el Congreso no dice lo contrarioserá el nuevo director, Robert Gates, en cuyas manos estará la responsabilidad de reorientar la CIA hacia nuevas misiones más acordes con los nuevos enemigos de la primera potencia mundial.

Más espías

La reestructuración de un monstruo de esas proporciones no es fácil. Si Gates llega a ocupar el puesto encontrará una CIA con el mayor número de espías de los que ha dispuesto en muchos años. Después de la purga efectuada por el presidente Jimmy Carter, el número de reclutamientos aumentó continuamente durante las administraciones de Ronald Reagan y George Bush. Este último, que sirvió como director de la CIA bajo la presidencia de Gerald Ford, es un firme partidario de la política de menos tecnología y más agentes sobre el terreno. La reducción del personal de la CIA no es, en todo caso, un debate público. El número de agentes es uno de los muchos secretos de la organización -comúnmente se menciona que en los cuarteles generales trabajan alrededor de 15.000 espías y técnicos-, y sus variaciones tampoco son conocidas al detalle. Lo que sí es motivo de polémica en estos momentos es la labor que una agencia concebida y preparada para la lucha contra el comunismo tendrá que realizar cuando el comunismo ha desaparecido o, por lo menos, ha dejado de constituir un peligro.En el interior de la CIA no creen que la derrota del comunismo deba restar importancia y medios a la organización. "La necesidad del espionaje es mayor que nunca", dijo a este diario un portavoz de la Agencia que sólo accedió a hablar por teléfono porque las visitas al edificio de Langley están prohibidas a los extranjeros. "Hay muchos temas en los que el trabajo de la CIA será imprescindible: el tráfico de armas, el terrorismo, las drogas, la competencia económica y el seguimiento de la inestabilidad en la Unión Soviética son algunos de esos temas".

-¿La lucha contra el comunismo ha dejado de ser el principal objetivo?

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-Correcto.

-¿La caída del comunismo podría tener influencia en la reducción del terrorismo?

-Podría ser.

-¿Cambiará la CIA acorde con los cambios en el mundo?

-Estarnos cambiando y seguiremos cambiando en muchos sentidos para responder a los nuevos retos que se nos presenten. Pero no es en un momento, es un proceso.

-¿En qué área del mundo el trabajo de la CIA es más necesario hoy?

-No puedo contestar a esa pregunta. Hay muchos temas todavía en los que trabajar.

"El terrorismo y las drogas", afirma un informe de la revista US News and World Report, "han matado más americanos que los misiles soviéticos, y la agresividad de los competidores económicos amenaza a los negocios de Estados Unidos con más eficacia de lo que pudo hacerlo Nikita Jruschov".

Ya no se teme al KGB más que por su capacidad para robar secretos industriales norteamericanos. Hoy es más importante conocer los misterios del sistema de producción en Japón que contener la influencia de la URSS en Indochina; es más importante proteger a los norteamericanos de las drogas que del virus comunista.

La adaptación a las nuevas misiones no va a ser fácil. Desde que fue creada en 1947, la CIA ha estado entrenada para desestabilizar países, organizar golpes de Estado e, incluso, conspirar para el asesinato de líderes mundiales, como los casos de Fidel Castro y Patricio Lumumba.

Los nuevos espías tendrán que cambiar de trabajo, pero todavía no saben exactamente cuál será. "Trabajaremos con el Gobierno y con las industrias para evitar que otro país u otras industrias nos aventajen, pero no nos veo trabajando en lo que se conoce como espionaje industrial. No nos veo saliendo por el mundo a robar los secretos de otras compañías", decía recientemente el subdirector de la CIA, Richard Keirr.

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