El día más tenso

José Luis Calvo recuerda como la situación más tensa vivida por el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) del que formó parte, la creada por la negativa de 90 guardias civiles, avalada por el Gobierno, a comparecer ante la juez de Bilbao Elisabeth Huertas, en una investigación sobre torturas a Tomás Linaza, que ha concluído la semana pasada en una condena a nueve de ellos por malos tratos.

"Recuerdo que hubo dos reacciones distintas, incluso contrapuestas", relata Calvo. "Cuando se conoció, a través de los medios de comunicación social, la incomparecencia de los guardias civiles, el Consejo entendió que algo grave había sucedido e inmediatamente emitió una nota recordando la, obligación constitucional de todos", subraya, "de cumplir las resoluciones judiciales. Fue un apoyo claro al trabajo de los jueces".

"Sin embargo, cuando se tuvo conocimiento de que la orden podía haber emanado del Gobierno", prosigue Calvo, "si bien hubo un largo y tenso debate, se hizo un comunicado absolutamente gris, por el que se echaban balones fuera y en el que toda actuación quedaba justificada".

"Faltó coraje"

El ex portavoz del CGPJ señala que entre una y otra actitud se produjo "una significativa intervención televisiva" [la aparición en pantalla, por orden del ministro de Justicia, Fernando Ledesma, del alto cargo de su departamento Juan Antonio Xiol, hoy vocal del CGPJ], a partir de la cual "hubo en el pleno", dice Calvo, "una atmósfera de temor a que se produjera un conflicto muy serio con el Ejecutivo; hubo una falta de coraje individual e institucional para cumplir lo que, a mi juicio, era la obligación del Consejo".Fue un día más tenso incluso que aquel en que un ciudadano, militar retirado, presentó una reclamación a punta de pistola y con cinco granadas de mano entre la ropa. El resultado fue que a la entrada del Cosejo se colocó un arco detector de metales, "eso sí", recuerda Calvo, "usado".