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Tribuna:EL FOLLETIN DE EDUARDO MENDOZA / 9
Tribuna
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Sin noticias de Gurb

Día 1711.30. Me despierto en mi cama. No sé cómo he llegado hasta aquí. Todavía llevo puesto el traje de luces, aunque he perdido la montera, el estoque y una oreja que me habían concedido, si no recuerdo mal. Trato de levantarme, pero no puedo. De la cabeza, mejor no hablar. Decido quedarme en la cama remoloneando. De todas formas, hoy es domingo y el bar de la señora Mercedes y el señor Joaquín estará cerrado. Todavía sin noticias de Gurb.

14.00. Me visto y salgo a dar un paseo. El tiempo es cálido y hay poca gente en la calle. Muchas familias se han ido a pasar el fin de semana en el campo, en su segunda residencia. Todo está cerrado a cal y canto: las tiendas, por supuesto, y también los bares y los restaurantes. A mí, plim. Tal como tengo el estómago, soy incapaz de comer nada.

14.20. Encuentro abierta una tiendecita de artículos deportivos que durante los días laborables no vende una escoba. Quizá por esta razón abre los domingos y alquila bicicletas. Alquilo una bicicleta. Es un aparato muy simple de concepción, pero sumamente complicado de manejo, pues requiere el uso simultáneo de las dos piernas, a diferencia del andar, que permite dejar una pierna muerta mientras se avanza la otra. A este gesto o fracción de gesto (según se mire) se da el nombre de pisar. Si al andar se va colocando el pie izquierdo a la derecha del pie derecho y luego, en el gesto o fracción de gesto siguiente, se procede del modo inverso, esto es, colocando el pie derecho a la izquierda del pie izquierdo, la resultante se llama pisar con garbo.

15.00. Como la calle dispone de una pendiente pronunciada, el paseo en bicicleta se subdivide en dos partes bien distintas entre sí, a saber: a) bajar, b) subir. La primera parte (bajar) es una gozada; la segunda (subir), una tortura. Por suerte, la bicicleta lleva adosados a ambos lados del manillar sendos frenos. Los frenos, al ser accionados, impiden que la bicicleta adquiera una velocidad creciente o aceleración en la bajada. En la subida, los frenos impiden que la bicicleta se vaya hacia atrás.

17.30. Devuelvo la bicicleta. El ejercicio me ha abierto el apetito. Encuentro abierta una churrería y me como un kilogramo de churros, un kilogramo y medio de buñuelos y tres kilogramos de pestiños.

18.00. Me siento en un banco de la calle a hacer la digestión. El tráfico, que hasta ahora era prácticamente inexistente, se va densificando por momentos. Esto sucede porque todo el mundo está volviendo a la ciudad. En los accesos a la ciudad se producen retenciones, que a menudo alcanzan el grado de importantes retenciones. Algunas de estas retenciones, sobre todo las denominadas importantes retenciones, duran hasta el próximo fin de semana, de modo que hay personas desafortunadas (y familias enteras) que se pasan la vida yendo del campo a la retención y de la retención al campo, sin llegar a pisar nunca la ciudad en la que viven, con el consiguiente menoscabo de la economía familiar y la educación de los niños.

La densidad del tráfico es uno de los problemas más graves de esta ciudad y una de las cosas que más preocupado tiene a su alcalde, también llamado Maragall. Éste ha recomendado en varias ocasiones el uso sustitutivo de la bicicleta y ha aparecido en los periódicos montado precisamente en una bicicleta, aunque, la verdad sea dicha, nunca lleva trazas de ir muy lejos. Quizá la gente haría más uso de la bicicleta si la ciudad fuera más llana, pero esto tiene mal arreglo, porque ya está casi toda edificada. Otra solución sería que el Ayuntamiento pusiera bicicletas a disposición de los transeúntes en la parte alta de la ciudad, con los cuales éstos podrían ir al centro muy de prisa y casi sin pedalear. Una vez en el centro, el propio Ayuntamiento (o, en su lugar, una empresa concesionaria) se encargaría de meter las bicis en camiones y volverlas a llevar a la parte alta. Este sistema resultaría relativamente barato. A lo sumo, habría que colocar una red o colchoneta en la parte baja de la ciudad para impedir que los menos expertos o los más alocados se cayeran al mar una vez efectuado el trayecto descendente.

Quedaría pendiente, claro está, la forma en que la gente que hubiera bajado al centro en bicicleta volvería a la parte alta, pero esto no es cosa que deba preocupar al Ayuntamiento, porque no es función de esta institución (ni de ninguna otra) coartar la iniciativa de los ciudadanos. Otro invento: un preparado químico y un dispositivo de ignición que permita encender los puros pulsando la vitola. Temperatura, 21 grados centígrados; humedad relativa, 75 por ciento; brisas moderadas; estado de la mar, llana.19.10. Regreso a casa. En el portal encuentro a la vecina del tercero primera y a su hijo. Han dejado el coche en doble fila mientras ella descarga bolsas y paquetes. Su hijo, demasiado pequeño para ayudar a su madre en este menester, aguarda en la acera hurgándose la naricita. La vecina viste pantalón corto y camiseta ceñida, dos prendas que solazan a quien las ve.

19.15. Después de mirar un rato a la vecina escondido detrás de un árbol, me avergüenzo de mí mismo y me ofrezco a ayudarla en la descarga y transporte de bolsas y paquetes. Rehúsa mi ayuda. Me informa de que cada fin de semana es la misma tabarra y de que ya está acostumbrada. Insisto y me permite cargar una bolsa de plástico llena de embutidos. Le pregunto si los ha fabricado ella misma. Respuesta: no; los he comprado en un pueblecito próximo a La Bisbal, donde tengo casa. Pregunta: ¿y por qué se los viene a comer aquí? Respuesta: no entiendo la pregunta.

19.25. Finalizada la descarga y transporte de bolsas y paquetes del coche al ascensor, subimos en el ascensor. Aprovecho la proximidad para calibrar las medidas corporales de mi vecina. Estatura de mí vecina (de pie), 173 centímetros; longitud del pelo más largo (zona occipital), 47 centímetros; del más corto (zona supralabiar) 0,002 centímetros; distancia del codo a la uña (dedo pulgar), 40 centímetros; distancia del codo izquierdo al codo derecho, 36 centímetros (en posición de firmes), 126 centímetros con los brazos en jarras.

19.26. Sacamos bolsas y paquetes del ascensor y los depositamos en el descansillo o rellano del tercer piso. Mi vecina me agradece la ayuda prestada y añade que me invitaría a pasar, pero que el niño está agotado. Se ha de bañar, cenar y meter en la cama pitando, porque mañana hay cole. Le digo que no quiero causarle ninguna molestia y que, de todos modos, ya tendremos ocasión de volvernos a ver, puesto que vivo en el mismo inmueble. Mi vecina responde que ya lo sabía, pues la portera le ha hablado de mí. ¿La habrá puesto al corriente de mis costumbres licenciosas?20.00. Entretenido con la vecina, llego por los pelos a misa de ocho. Sermón algo largo, pero muy interesante. No confiéis en aquellos que os engañan; confiad más bien en aquellos que no os engañan.21.30. Llego a la churrería cuando ya están echando el cierre. Me llevo todas las existencias.

22.00. Me como todo lo que he traído mirando la televisión. Decididamente, me gusta mi vecina. A veces uno busca lejos lo que tiene bien cerca. Es una cosa que nos sucede a menudo a los astronautas.

23.00. Pijama, dientes. ¿Y si me comprara una moto?23.15. Leo Medio siglo de peluquería en España, tomo 1 (La República y la guerra civil).

00.30. Oraciones. Todavía sin noticias de Gurb.

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