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Tribuna:DESAPARECE UN MAESTRO DEL GÉNERO POLICIAL
Tribuna
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Desinterés por el cine

"Amo a Georges Simenon porque es rico", confesó en cierta oportunidad Jean Renoir. El cineasta no se refería a la riqueza material del escritor belga que acaba de morir, sino a algo más sutil y, al mismo tiempo, más verdadero: Simenon era rico porque poseía el inmenso don de la creación continua, avasalladora, voraz.Fue el propio Renoir, tan buen amigo de sus amigos, uno de los primeros en adaptar al cine a Simenon, concretamente en La nuit du carrefour (1932), en la cual el inspector Maigret, figura máxima de la literatura simenoniana, era encarnado por el propio hermano del realizador.

Pero tan prominentes comienzos no tuvieron luego continuidad, por lo menos desde el punto de vista de la valía artística. Las más de 50 adaptaciones cinematográficas de sus obras han sido realizadas por directores habitualmente considerados como comerciales (idéntico destino al sufrido durante muchos años por su literatura, recluida en el gueto del consumo popular). Tan sólo algún insigne maestro con.sagrado, como Marcel Carné (La Marie du port, Tres habitaciones en Manhattan, y ninguna de las dos figura entre lo mejor de su producción), Henry Hathawa,y (Barreras de orgullo), Jean-Pierre Melville (El guardaespaldas) o Claude Chabrol (Los fantasmas del Chapelier), ha firmado adaptaciones de Simenon, y algún otro, como Bertrand Tavernier, logró llevar las inquietudes del escritor a su propio terreno (en la excelente El relojero de Saint-Paul, esta vez sin Maigret). El resto de las obras de Simenon llevadas a la pantalla lo ha sido por artesanos menores, directores en su abrumadora mayoría franceses, a veces competentes, otras no.

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Muere Simenon, creador de Maigret

Inspector Jean Gabin

En todo caso, en la memoria del espectador, el inefable inspector Maigret tendrá siempre los rasgos del gran Jean Gabin, que lo encarnó en casi una decena de títulos.

Ciertamente, el cine proporcionó a Simenon la inmensa alegría de su recompensa material, y a ello contribuyeron las docenas de adaptaciones de sus novelas.

Pero no es menos cierto que el desprecio del escritor por el mundo del cine en general fue más que notable. Hace poco más de un año, interrogado por Esteve Riambau y por quien esto escribe respecto de qué opinión le merecían las versiones cinematográficas de sus obras, contestó con un escueto: "No tengo opinión puesto que no he visto ninguna", y explicaba este desinterés por la sencilla razón de que, una vez liberados del papel, sus personajes se convertían para él en algo ajeno, muy respetable, pero que no le incumbia en lo más mínimo. Conocedor de las diferencias existentes entre la escritura de novelas y la de guiones, tampoco quiso nunca participar personalmente en la adaptación cinematográfica o televisiva de sus obras. Y es cine, a lo que parece, la riqueza de Simenon también estaba formada por una buena dosis de modestia.

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