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LAS VENTAS

Resabiados

Los novillos de los hijos del llorado Paquirri eran bonitos y resultaron peligrosos. Eran bonitos por, tipo y capa, y resultaron peligrosos por sus resabios. Salieron tres-y-tres, que dirían los clásicos. Tres terciadillos (el segundo, sin chicha ni limoná) y tres con su trapío, sus cornamentas astifinas, su chicha y su limoná. De estos últimos tino estaba inválido y devuelto al corral, le sustituyó un sobrero grandote, sin apenas cuerna -en el tendido afirmaban que estaba afeitadainválido y descastado.Con semejantes regalos hubieron de entendérselas los novilleros, que estuvieron valientes y eso era lo principal. Mas no sólo estuvieron valientes -aguantando parones, derrotes, coladas- pues renunciaron al tremendismo para la galería, que se presentaba propicio, e intentaron tenazmente ejecutar el toreo puro, para que mereciera la aprobación y el respeto de la cátedra.

Rivera / Sandoval, Lería, Pérez

Cinco novillos de Francisco y Cayetano Rivera, desiguales de presencia, bonitos de lámina, de feo estilo, y 5º, sobrero de Gabriel Hernández, grande, sospechoso de pitones, descastado. Rafael Sandoval: pinchazo, estocada trasera atravesada que asoma, pinchazo y estocada (silencio); dos pinchazos y estocada atravesada (silencio). Angel Lería: estocada trasera caída (palmas y también pitos cuando saluda); metisaca, estocada corta trasera tendida y descabelló (ovación con algunos pitos y salida a los medios). César Pérez: pinchazo hondo bajo y rueda de peones (palmas y también pitos cuando saluda); dos pinchazos y estocada corta descaradamente baja (palmas). Plaza de Las Ventas, 15 de agosto.

En tenacidad se pasó Rafael Sandoval, que prolongaba excesivamente las faenas y se lo advertía el público. No desmereció, por ello, la importancia de su tarea muletera, aunque sí le restó aplausos. César Pérez consiguió instrumentar al tercero los únicos redondos largos y mandones que pudieron verse en la tarde, pues ese fue el único novillo que llegó aceptarlos; sufrió luego un acosón que le derribó y de ahí en adelante el novillo no se dejó torear lo que se dice nada. Al último intentó darle los pases que no tenía -¡ni uno tenía!- y a petición unánime del público cortó el proyecto de faena.

Torería de la buena exhibió en el segundo Ángel Lería, que debutaba en Las Ventas. Nació en Barcelona, pero como el toreo es un arte universal, y lo practicó a conciciencia, le dicen rondeño y se da por bueno. Con valor sereno, con técnica irreprochable, bien asentadas las zapatillas en la arena, a la distancia precisa y qfreciendo el engaño adelante, Angel Lería sacaba naturales, que en realidad fueron medios naturales, pues el novillo se revolvía peligroso. El sobrero-morucho no entendía el muleteo que pretendía administrarle Lería, y le pegó un volteretón.

Bonitos y resabiados, qué cosas. El primer novillo daba gloria verlo, tan proporcionadito, con su pelaje cárdeno lucero casi careto, listón, girón, bragao y meano. Y el segundo, calcetero además. Y el quinto, cornalón, astifino como la madre que le parió, negro listón, chorreao y perestroico. Lo malo debió ser lo de perestroico, que no lo tenía asimilado -pegaba tumbos- y volvió al corral. Parejos todos en resabios, al tomar la muleta se iban al bulto, o aún antes de tomarla. Igualito que si estuvieran toreados. Con toros así de chungos, ni Joselito -El Gallo- habría sido capaz de hacer el toreo que la afición sueña. Salvo que sueñe pesadillas.

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