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FERIA DE SAN FERMÍN

El torico pregonao

JOAQUIN VIDAL, ENVIADO ESPECIAL, Los Murteira, un año atrás ensalzados, galardonados y carriquirizados -ya se dirá cómo-, ayer salieron mansos, deslucidos y varios también pregonaos, que ya es delito. Un toro pregonao supone baldón para su divisa, y más quisiera el ganadero verlo muerto por mano de matarife que causando estropicios en la lidia. Aunque a veces se produce todo al tiempo, y así, ayer, por el mismo precio, algunos Murteira causaron estropicios en la lidia y luego los diestros les dieron matarile al mejor estilo matarife, mechándolis los cuellos o los lomos bajeros. En esta suerte, Ruiz Miguel estuvo esplendoroso.

Hubo un toro, el segundo, que pegó un arreón tremendo en el primer puyazo, el picador aterrizó en la arena de castoreño, y el mocerío se puso en pie para aclamar al toro arreador, allá penas si galopaba despavorido huyendo de la quema. "¡El toro es cojonudo; como el toro, no hay ninguno!" coreaba el vocerío, mientras el picador zarandeado intentaba recomponer la abolladura del castoreño. El toro manso quedó convertido en héroe, por plebiscito, y además dio juego. De poco lo hacen premio Carriquiri, volviendo a carriquirizar la divisa, igual que en 1988. Nimefío le banderilleó de manera equilibrada; es decir que puso tres palos en el toro y tres en la arena. Y le muleteó con técnica perfecta -bien colocado, a la distancia justa, ofreciendo el medio pecho-, aunque sin templanza para embarcar la encastada embestida. A Nimeño le faltó también temple en su otro toro, que tomó los primeros muletazos luego se quedaba corto y al final tiraba derrotes. Quizá con temple habría conseguido redondear una faena que intentó reiteradamente con verdadero pundonor.

Murteira / Ruiz Miguel, Nimeño, Morenito

Toros de Murteira Grave, con trapío, en general mansos, de feo estilo. Ruiz Miguel: espadazo escandalosamente atravesado y bajo (aplausos y también pitos cuando saluda); golletazo (silencio). Nimeño II: dos pinchazos y media estocada tendida (silencio); estocada corta baja (silencio). Morenito de Maracay: estocada corta atravesada y descabello (silencio); estocada corta (ovación). Plaza de Pamplona, 8 de julio. Tercera corrida de feria.

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Intérpretes

El resto del ganado demandaba la mano del matarife, y Ruiz Miguel, que es el más experto muletero de la época cuando de dominar pregonaos se trata hubo de aliñar a los de su lote, pues se le tiraban al bulto. Después, los mechó. No se enfadó el mocerío por ello, ya que entendió la mala catadura que tenían los Murteira, y alguien lo expresó muy gráficamente: "el torico era un pregonau". Morenito de Maracay armó un alboroto en banderillas, principalmente al quebrar buenos pares, y puso al público en pie. Hasta flamearon pafluelos, mientras las peñas se convertían en orfeón para cantar "¡ay mamá Inés, todos los negros tomamos café!". Lo que no estaba mal traído, si bien se mira.

Tuvo Morenito de Maracay un "toricu pregonau", al que intentó sacar naturales y derechazos, con mayor insistencia de la que merecía semejante pajarraco, y otro absolutamente inválido que se pegaba unas costaladas tremendas y, naturalmente, no podía embestir; si acaso, a pasito corto, cuando no quebrado. Tan pundonorosamente porfié pases Morenito de Maracay, que volvieron a cantarle el "mamá Inés", y esto es síntoma inequívoco de que, en Pamplona, mantiene su cartel.

La corrida resultó mala, pero las peñas se lo pasaron bien. Hubo una pancartona en el tendido, que recordaba a Germán, muerto de un disparo en los trágicos sanfermines de 1978 y vibrantes cometines tocaron silencio al conúenzo del paseíllo. A su término, el grito jubiloso de "¡San Fermín.!", coreado por todos los mozos, abrió la fiesta, que continuó en paz y contento. Sin que faltara el vino, el champán, las magras con pimientos, tortillica de hongos, ajoarriero langostado, tres cates acá, una disputa allá, duchas de sangría, rociadas de harina, un bote de humo, dos vomitonas, uno que se privó y '¡ay mamá Inés!".

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