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María José no tiene minifalda

La joven acosada por su jefe cree excesivo el revuelo: "A otras las violan, y a mi no me ha pasado nada"

Ana Alfageme

La verdad es que María José López Aragüés, la joven empleada de Lérida que fue acosada sexualmente por su patrón, se parece poco a Marta Sánchez, Sabrina o cualquier otra señora estupenda al uso, mal que les pese a algunos por aquello de la justificación. Es seriecita, se mueve con timidez, y sus pantalones sueltos, abombachados, se recogen en el tobillo sobre unos zapatitos con lazo. De cuando en cuando, su hermana le presta una falda corta y estrecha, corrientita -"es la moda"- y no exenta, al parecer, de extraños poderes. Porque María José no tiene minifalda.

"El primer día me dijo que estaba muy buena y que tenía muy buen tipo; que la faldilla era muy chula... Me puso las manos en mis pechos y en el trasero, y no me soltaba. Yo le dije que no me gustaba lo que estaba haciendo. Me pidió perdón y aseguró que no se volvería a repetir". Era a principios del pasado verano. María José, de 17 años, había comenzado a trabajar un año antes en Encuadernaciones Fontanet, una empresa con 12 empleadas y 14 empleados, regentada por Jaume Lluís Fontanet Beso, un hombre de 45 años, casado y con dos hijos, "un poco gordo, ni alto ni bajo y con mucha fuerza", recuerda ahora. Su familia la había llamado al trabajo porque tenían que marcharse de viaje. El jefe le dijo que subiera a su despacho para explicárselo. "Le conté que tenía que irme, y él me contestó que al salir volviese a pasar por allí. "Así te veo la faldilla, precisó". María José abandonó su trabajo en una máquina de empastar -tarea por la que percibía 25.000 pesetas al mes-, se quitó su ropa de trabajo y se volvió a poner la minifalda. No pensaba subir a ver a su jefe, pero Jaume Lluís la llamó.Ese mismo día, después de que el jefe le metiera mano, la joven consultó si debía volver al trabajo a su hermana Maite, la mayor de los cinco hijos del agricultor José López, un hombre de 47 años de cara quemada por el sol y oriundo de Jaén.

Maite, de 21 años, es la versión descarada y peleona de María José -"¡Que no se crean los hombres que sólo servimos para la cama y para limpiar!"-, además de su acompañante habitual. Se parecen como dos gotas de agua. Ayer, durante una visita relámpago a Madrid, Maite vestía, hasta la mitad de su muslo delgado de bailarina de jazz, la famosa minifalda a la que el magistrado Rodrigo Pita atribuyó la provocación de María José al empresario. Unas medias con dibujo, botas, cazadora de aparente polipiel y enormes pendientes acompaflan a la polémica prenda. "Yo sí he sido go-go girl y modelo, pero no mi hermana, como dijo el patrón. Ella es muy inocente", protesta Maite. "Y si María José hubiera trabajado de go-go girl, ¿qué?", dice el padre, que asegura que a él le parece muy bien que sus hijas vistan como les venga en gana.

La segunda vez

María José volvió al trabajo. Pero el 3 de agosto, el empresario la arrinconó contra una barandilla en su despacho: "Me apretó más fuerte y me empezó a tocar con más brusquedad; comenzó a acariciarme todo el cuerpo". Ella, para zafarse, le prometió que volvería a hablar con él al día siguiente. "Me pidió que no se lo contase a nadie, por su reputación. También me dijo que en ese caso me tratarían como a una cualquiera. Me había puesto un jersey que me llegaba hasta el cuello, nada de escote. Llevaba los hombros al descubierto y un pantalón corto", dice. "Tras el trabajo me persiguió en coche y me ofreció mejoras si me olvidaba de todo". Ese día, su madre fue a hablar con Fontanet, y su padre acudió a una comisaría.

"Para ligarme a ése no me ligo nada", asegura tajantemente sobre el pretendido atractivo de su ex jefe, que ha abusado de otras dos empleadas, según mantienen ella y su padre. Manifiesta (y aparenta) que no viste de forma provocativa y que además no le interesaba para nada conquistarle. Las consideraciones del magistrado Pita en la sentericia que condenaba a Fontanet al pago de 40.000 pesetas de muIta le parecen "una auténtica tontería".

María José se enfrenta ahora al desempleo. "Sin estudios [ha finaliza do la EGB] no se llega a ningún sitio. Jaume dará malas referencias de mí". "La mantendré hasta que se case", dice su padre, que quiere que trabaje en la casa familiar. "Precisamente necesitamos una criada, pero esta juventud no quiere hacer nada de esto", comenta. José López se considera muy religioso -"mis amigos siempre han sido curas"-, y por ese motivo, no tenía intención inicial de denunciar al empresario: "Lo único que quería es que a las futuras empleadas no les ocurriese lo mismo, pero me convenció la policía". La madre, que se hace cargo a veces de una churrería que tiene la familia, piensa "que para estas cosas hay otro tipo de mujeres", explica Maite.

María José suele acudir a bailar los fines de semana -"sí, entonces me pinto"-, y se recoge a las diez de la noche. Está de acuerdo con la fórmula tradicional: "Quiero casarme, tener hijos y quedarme en mi casa". Desde hace cinco meses tiene "un compañero, porque novio es más serio", de 19 años, con quien comparte una curiosa afición, a la que se suman unos cuantos amigos: "Vamos a pueblecitos cercanos a Lérida y posamos y nos hacemos fotos como si fuésemos modelos".

"¿Feminista? No sé lo que es", pregunta ella extrañada, tras haber revolucionado a España entera. "Todo me ha parecido una exageración, ya que a mí no me ha pasado nada, y a otras chicas las violan". "Siempre he ido a favor de la mujer, porque m padre era un poco machista', dice José. "Ahora me he volcado como las féminas [feministas]. Yo le digo a mi señora que tiene que tener c... y que debe llevar la casa como un hombre si a mí me pasa algo".

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Sobre la firma

Ana Alfageme
Es reportera de El País Semanal. Sus intereses profesionales giran en torno a los derechos sociales, la salud, el feminismo y la cultura. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora jefa de Madrid, Proyectos Especiales y Redes Sociales. Ejerció como médica antes de ingresar en el Máster de Periodismo de la UAM y EL PAÍS.

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