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LA SUCESIÓN DE REAGAN

No muy diferente a Shultz

Francisco G. Basterra

Baker, hijo de un rico y famoso abogado de Houston, no es -en cierta forma- muy diferente a George Shultz, que se ha apresurado a elogiar a su sucesor al frente del Departamento de Estado como el "tipo adecuado". Shultz es también un realista aunque ha coexistido con ideólogos a los que colocó al frente de la política latino americana. Ambos son buenos negociadores y Shultz, después de todo, es un economista por formación y también llegó al Departamento de Estado sin experiencia en política exterior, pero sí en cuestiones económicas internacionales.La preeminencia de Baker en el Gabinete se deriva de su amistad con Bush. El presidente electo le conoció en 1970, cuando Baker acababa de perder a su mujer, víctima de un cáncer. Bush le atrajo a la política para que le ayudara en su campaña al Senado, que perdió contra Lloyd Bentsen. Desde entonces, jugaban juntos al tenis en Houston y compartían vacaciones de pesca. Bush le metió también en la Administración de Ford y le hizo jefe de su fallida campaña presidencial en 1980.

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Baker será el báculo presidencial

Baker, con gran instinto, aconsejó a Bush que se retirara a tiempo de las primarias para posibilitar que Reagan le ofreciera la vicepresidencia. Y ahora ha dirigido la campaña victoriosa de Bush.

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