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Reportaje:

La cifra de muertos por el choque de trenes en París asciende ya a 59

Lluís Bassets

El resultado de la catástrofe ferroviaria del pasado lunes en la estación de Lyón, en París, alcanzaba ayer la cifra escalofriante de 59 muertos y unos 40 heridos, cuando seguían los trabajos de rescate en el tercer subterráneo, donde se produjo la colisión entre dos convoyes de cercanías. Un máquina del tren que entraba penetró en los vagones de cola del estacionado y se fusionó en un amasijo de hierros, donde quedó aprisionado un centenar de personas.

Otro acccidente ferroviario, aunque sin víctimas, se registró ayer en la capital francesa, al descarrilar dos vagones de un tren de cercanías en la céntrica estación de Saint Lazare.Más de 300 bomberos trabajaron toda la noche y la entera jornada de ayer para extraer cadáveres y heridos de la enorme montaña de chatarra en que quedaron los dos convoyes que chocaron el lunes en la estación parisiense de Lyón. Un portavoz de la compañía francesa de ferrocarriles avanzó ayer por la mañana la hipótesis de un fallo mecánico del sistema de frenos como causa del acccidente. La autoridad judicial ha abierto otra investigación. Los dos trenes llevaban retraso respecto al horario normal. Uno de ellos había sido parado por un individuo que accionó la alarma de frenado en una estación de la periferia de París. Este hecho, que contribuyó al retraso, puede tener relación con el posterior fallo en la mecánica de freno.

Uno de los dos conductores que sobrevivió pudo saltar de la máquina en marcha poco antes de la colisión, y afirma que percibió que el sistema de frenado no funcionaba cuando no pudo parar ante un semáforo cerrado en la entrada de la estación. En este momento advirtió a los pasajeros, por la megafonía interior, que se agruparan en los vagones de cola del tren. La entrada al tercer subterráneo, en pendiente, debió acelerar la velocidad del convoy, que colisionó a 80 kilómetros por hora y quedó encaramado sobre las plataformas de los vagones de cola hasta tocar el propio techo de la estación.

Este accidente, el mayor de la historia del transporte ferroviario de París, conmocionó la capital francesa, atravesada durante varias horas por el ulular de las ambulancias y de los coches de bomberos. Los trenes afectados pertenecían a la red de cercanías, que comunican cada cuarto de hora la amplia región suburbial de París con el centro y tienen una altísima tasa de utilización. La estación de Lyón acoge diariamente 356 trenes de cercanías, que cubren una parte de los ocho millones de viajes diarios que realizan los parisienses en la red suburbial.

La colisión se produjo en una hora punta. La espectacularidad del accidente y el penoso rescate de las víctimas dejó sin aliento durante 24 horas a los parisienses. Los servicios médicos de los bomberos se vieron obligados a realizar varias anestesias sobre el terreno para poder arrancar los cuerpos heridos de la maraña de hierros convertidos en enormes y monstruosas tenazas y cizallas. A uno de los heridos hubo que amputarle las dos piernas para. poderle rescatar.

Fuerte impacto

La catástrofe de la estación de Lyón ha producido un especial impacto en la opinión francesa, afectada todavía por el accidente del Airbus 320, que se estrelló el domingo durante una exhibición aérea en Mulhouse, ocasionando tres muertos y varias decenas de heridos. En ambos accidentes ha sido puesta en duda la efectividad de los márgenes de seguridad de la maquinaria, los ordenadores de a bordo en el avión y los sistemas de frenos en el caso del tren.Los primeros informes sobre el accidente del Airbus 320 aseguran que fue debido a un error humano, derivado de las condiciones de riesgo de los vuelos rasantes programados en la exhibición aérea, pero los sindicatos de pilotos rechazan la hipótesis y dicen que la causa está en los sofisticados ordenadores que controlan el vuelo del avión.

[Un tren de pasajeros y otro de mercancías chocaron ayer cerca de Kaiserslautern, en el sureste de la RFA, causando un muerto y ocho heridos graves, según Reuter.]

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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