José Angel Sánchez Asiáin recibió el Premio Juan Lladó de apoyo a la cultura
Según Jacques Rigaut, la empresa está descubriendo el interés objetivo del mecenazgo
José Ángel Sánchez Asiáin, presidente del Banco de Bilbao, recibió ayer el II Premio Juan Lladó, de apoyo a la cultura y a la investigación, otorgado por el Instituto Empresa y la Fundación José Ortega y Gasset. "Un verdadero mecenazgo debe estimular sin intervenir", dijo Sánchez Asiáin en su discurso y añadió que una cultura politizada no ha sido jamás fecunda. Por la mañana, la reina doña Sofia recibió en audiencia al homenajeado y a los presidentes ole las dos entidades convocantes. El año pasado, Ramón Areces, presidente de El Corte Inglés, obtuvo la primera edición del premio. En el curso del acto pronunció una conferencia Jacques Rigaut, presidente de la Asociación Francesa de Mecenazgo, y de Radio y Televisión de Luxemburgo.
La presidenta de la Fundación José Ortega y Gasset, Soledad Ortega, hizo entrega al galardonado de una escultura de Pablo Serrano, la última creada por este artista antes de su fallecimiento, que en la representación de la unión de dos manos simboliza la alianza entre la empresa y la cultura. Como la escultura está compuesta de varias piezas desprendibles, la entrega se hizo mediante una imposición de manos. "La cultura, la investigación, son tareas que debe acometer la sociedad si queremos que sea rica y plural", dijo Soledad Orte" ga. Explicó que el galardón no premia la promesa de una obra sino su realización, y en el caso de Sárichez Asiáin, la tarea llevada a cabo por el servicio de estudios del Banco de Bilbao, entre otras realizaciones.En su discurso de agradecimiento, José Ángel Sánchez Asiáin destacó la necesidad de un nuevo mecenazgo para "una cultura dialécticamente más viva, más autocrítica, que es reflejo y causa de una sociedad caracterizada por la riqueza de sus matices y por su pluralidad".
Sánchez Asiáin apuntó como rasgos que definen a un verdadero mecenazgo la generosidad inteligente del que no acapara obras de arte, no se dedica a ha cer beneficencia ni tampoco padece el complejo de intentar combatir una mala imagen. Má simplemente, intenta apoyar para que aflore, lo mejor de la cultura.
El presidente del Banco de Bilbao explicó que un verdadero mecenazgo debe estimular sin in tervenir, debe creer en la libertad de iniciativa. Añadió que una cultura politizada no ha sido jamás fecunda ni ha logrado, normalmente, más que una acumulación no integrada de bienes culturales.
Capital de lo imaginario
La sociología contemporánea pone de relieve que junto al funcionamiento del capital dinerario existe otro, paralelo, de un capital de lo imaginario. Por ello, estimó que un orden económico avanzado debería mantener un permanente equilibrio entre los dos capitales, entre la riqueza nacida del trabajo y la nacida de la cultura. Una comunidad nunca recupera su latido vital a impulsos de partidas presupuestarias o de concesiones administrativas, sino de los proyectos, las iniciativas, la energía y la libertad de los agentes sociales.Jacques Rigaud indicó que cada vez más los hombres públicos serán juzgados en función de su proyecto cultural, aunque advirtió: "Tenemos que estar alerta para que la cultura no sea empobrecida por la política, para que no se vuelva el juguete de pujas y simplificaciones, que son las grandes tentaciones de los políticos", puesto que la intervención del Estado en materia cultural, por necesaria que sea, no deja de presentar riesgos como el de esa politización.
"No se trata", añadió, "de entregar la cultura al Estado, al Gobierno, a la Administración, como lo hacemos con la defensa o la diplomacia. La cultura es ante todo y sobre todo el hecho de la sociedad ciudadana; o sea, de la comunidad". Pese a todo en las sociedades modernas, progresivamente complejas, las leyes del mercado crean insuficiencias que han de ser corregidas por la labor del Estado. Por ejemplo, campos de la cultura que tradicionalmente se regían bajo la libre empresa, como la edición, las galerías de arte, el cine, cierto teatro, correja ahora graves riesgos que ponen en peligro su misma supervivencia.
Diversidad y pluralismo
Presidente de la sociedad. francesa Admical, que promueve la idea del mecenazgo entre las empresas, Rigaud se felicitó porque hace una semana, a la misma hora, asistió a la entrega de un premio similar al Juan Lladó a una sociedad francesa, y por iguales motivos. "Eso es Europa, las mismas cosas hechas en comunidad", dijo, al tiempo que la diversidad y el pluralismo son más necesarios que nunca.Sobre las diversas concepciones del mecenazgo, Jacques Rigaud prefirió el concepto de "mecenazgo estratégico" a la antigua idea del mecenas supuestamente desinteresado, y ello por creer que casi todos los antiguos mecenas, reyes y aristócratas, buseaban también gloria y poder. Así, las empresas estarían descubriendo que su motivación ya no es la redención de algún pecado capitalista, ni tampoco el beneficiarse de ventajas fiscales. La empresa está descubríendo que la iniciativa cultural presenta para ella un interés objetivo".
Rigaud terminó en castellano con una paráfrasis de Shakespeare: "En la cultura hay mucho más de lo que puede contener una política cultural".
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