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REBELIÓN EN MANILA

Tolentino y los demás golpistas filipinos siguen en libertad, aunque se ha ordenado su procesamiento

ENVIADO ESPECIAL, Todos los autores de la intentona golpista contra la presidenta de Filipinas, Corazón Aquino, se encuentran en libertad después de haber desalojado el hotel Manila a las seis de la mañana de ayer (medianoche del lunes, hora peninsular). Arturo Tolentino -que se autoproclamó el domingo presidente en funciones, pidió el regreso de Ferdinand Marcos al país e incitó a la rebelión militar- también se encuentra libre, aunque el Gobierno ya ha anunciado que tanto él como sus más estrechos seguidores y colaboradores serán procesados. Para hoy está previsto conocer el acta de acusación.

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El ministro de Justicia, Neptali González, anunció ayer que el Gobierno ha ordenado que se inicien los procedimientos para procesar a Tolentino y a los reponsables del frustrado golpe de Estado y que esperaba que el acta de acusación estuviera ultimada hoy. "Son las instrucciones que hemos recibido de la presidenta", dijo González. "Actualmente reunimos pruebas contra ellos".Tras la rendición de los golpistas, el ministro de Justicia se reunió durante dos horas con Tolentino en el edificio Reiioto del Club de Oficiales de Marina. En este mismo local se celebraron, el lunes por la tarde, las negociaciones entre el Gobierno y los rebeldes que concluyeron con la rendición del ex ministro de Exteriores de Marcos, los seis generales retirados desprovistos de mando en tropa que le apoyaban y los 180 soldados que les acompañaron en su ocupación, durante unas 38 horas, del hotel Manila, en la capital filipina.

Juan Ponce Enrile, ministro de Defensa, y el general Fidel Ramos, jefe de las fuerzas armadas de Filipinas, anunciaron que los soldados que participaron en los actos del hotel Manila en favor de un regreso del dictador, actualmente exiliado en Hawai, "han sido reintegrados a sus unidades, sin que pesen cargos específicos sobre ellos", en palabras del propi0 Enrile. Los 180 soldados procedentes de Campo Olivas, en la región de Pampanga, situada a unos 150 kilómetros de Manila, alegaron haber actuado bajo las órdenes de sus jefes, que les indicaron que acudían al hotel en apoyo de Enrile y Ramos.

Corazón Aquino ordenó ayer al general Fidel Ramos una "investigación a fondo de los hechos", mientras fuentes allegadas a la residencia presidencial de Malacañang apuntaban que la acción de Tolentino fue "digna de un perturbado mental" y que "no hay que darle excesiva importancia".

Sin embargo, algunos medios políticos filipinos, en especial en los partidos de izquierda, consideran que la tolerancia que el Gobierno de Cory Aquino ha mostrado hacia los seguidores de Marcos, que cada domingo han venido manifestándose en el parque Rizal, no lejos del hotel Manila, ha sido el factor que ha conducido al intento de rebelión, no secundada por los estamentos militares ni tampoco por la población filipina.

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El último cartucho

"Marcos ha quemado su último cartucho con la operación Tolentino", escribía el diario de la izquierda Malaya, que pedía que se aplique la ley contra los ocupantes del hotel.

Desde las filas de la derecha, Blas Ople, el ex ministro de Trabajo con Marcos y actual inspirador del nuevo Partido Nacionalista de Filipinas, que intenta reagrupar políticamente a los partidarios más moderados de la era Marcos, consideró que los hechos del hotel Manila "son un síntoma de la inestabilidad" del Gobierno de Aquino.

Ople pide la rápida celebración de elecciones para aclarar el futuro de la escena política filipina, mientras Tolentino -que no hizo declaraciones a su salida de la entrevista de ayer con el ministro de Justicia- continúa considerándose como el verdadero presidente, de acuerdo con la Constitución de 1973, por haber sido candidato a la vicepresidencia con Marcos en los polémicos comicios del 7 de febrero. Esta consulta electoral, marcada por el fraude y la intimidación realizados por los seguidores del equipo de Marcos, incrementó el apoyo popular de Cory Aquino e incitó a la revuelta de un grupo de militares reformistas, encabezados por el propio ministro de Defensa, Juan Ponce Enrile, y el general Fidel Ramos, lo que supuso el fin de la era Marcos.

Los hechos de Manila han demostrado que no hay base popular, ni tampoco castrense, paria un cambio de rumbo en la política de Filipinas. No obstante, han perjudicado la imagen exterior del país en el delicado momento en que debe afrontar una deuda exterior de unos 26.000 millones de dólares y cuenta con el estimulo de la inversión extranjera para lograr una recuperación económica. Lo que algunos periódicos rilipinos denominan como la tragicomedia de Arturo Tolentino y sus seguidores no ha sido el mejor ejemplo para la estabilidad política filipina.

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